No hay dudas de que quienes conforman el partido autopercibido como La Libertad Avanza (LLA) y quienes se constituyen como sus “aliados”, además de lxs “tránsfugas”, que han llegado de otras latitudes políticas, no menos afines con el perfil colonial desembozado por el señor presidente durante todo el año de su mandato (desde mucho antes, cuando era un bufón televisivo, también), creen ser un grupo de iluminados capaces de imponer por prepotencia, crueldad y perversión, su imaginario colonial de dominación.
Occidente es una categoría geopolítica, fundante del proceso colonizador, que lleva como premisa cultural, la pedagogía de la obediencia que dará origen al pensamiento colonial que en nuestros días se manifiesta claramente como lo expresó en el Foro Económico de Davos el señor presidente: “Occidente representa el pico de la especie humana”; siendo que ese “pico” es el del supremacismo blanco, el racismo, la xenofobia y la exclusión. Un entramado que “las fuerzas del cielo” maneja a discreción, desde sus leyes, decretos, periodismo colonial y el tráfico de fakes y desaguisados lingüísticos que en las redes sociales hace su “guardia pretoriana”.
Apostillas sobre la libertad
La “libertad” ha sido una constante en el discurrir de la humanidad uno de los conceptos centrales de la historia del pensamiento en distintos períodos.
Para el mundo de la antigüedad clásica, dos corrientes culturales entran en conflicto, la cultura dionisíaca y la cultura apolínea. Un choque entre el deseo irracional y la razón; la superación del sufrimiento en una experiencia de vida intensa en comunidad de la cultura dionisíaca, frente a la racionalidad y el autocontrol individual de la cultura apolínea. Dos formas de conocimiento y de experiencia sensible.
Por supuesto que esa “batalla cultural” fue de Apolo, las formas correctas, el orden, la búsqueda de la verdad y la belleza dentro del marco de la razón.
Así es como Aristóteles, apolíneo obsesivo, sostiene que la libertad solo aparece en aquellos que son capaces de autogobernarse de acuerdo con la razón, entonces para Aristóteles la libertad era un principio ético y moral del individuo y de éste en relación con la política.
Para el Imperio Romano, la libertad era un derecho de sus ciudadanos, aunque no para todos por igual. Recordemos la vigencia del patriarcado en las antiguas Grecia y Roma, sus leyes y costumbres que aseguraban la autoridad del varón, incluso en la división de tareas. Cuestión que se profundizó durante la Edad Media, con la Iglesia Católica y en consecuencia la libertad estaba asociada a la imposición cristiana de estar “libre de pecado”, justificación para el genocidio de la “conquista de América” y el origen de la otra tragedia: el nacimiento del racismo.
La esclavitud como manifestación de la racialización que posteriormente será factor determinante en la organización y división del trabajo bajo el manto sacralizado del capitalismo.
Una característica importante es que la idea de libertad es un concepto que se utilizó para legitimar la expansión colonial y la imposición de los valores de Occidente sobre los pueblos no europeos. La idea de que a los pueblos no europeos hay que “liberarlos” de su propia ignorancia (Mignolo W. 2005).
Así, la “libertad”, en una apretada síntesis, que propone Occidente es sobre la base de la imposición de la lengua, la religión, la explotación económica, el saqueo de los recursos naturales, la supresión de las formas de conocimiento de los pueblos colonizados y la jerarquía racial del europeo sobre cualquiera de las otras etnias no europeas.
Al poder imperial de España y Portugal en los siglos XV y XVI le continuaron, Inglaterra, Francia y Países Bajos. Luego las dominaciones europeas sobre Asia y África en el siglo XIX, hasta el siglo XX con la entrada en el juego de poder de Estados Unidos y la expansión de las corporaciones. Expansión que en el siglo XXI, con fuerte anclaje en la hegemonía del modelo neoliberal, establece un nueva forma de dominación y penetración económico/cultural en el derrotero neocolonial de desposesión y de tecnocontrol social.
La “libertad”solo fue un concepto manipulado desde la matriz colonial de poder, un concepto que ya hemos descripto en otros artículos y al que adscribimos, se trata de la colonialidad que sigue presente en la sociedad; en los sistemas educativos que cuando avanzan en un sentido, como fue el logro de la Educación Sexual Integral (ESI), los sectores conservadores pretenden negar y deslegitimar. La ESI es una herramienta pedagógica decolonial para el desarrollo del pensamiento crítico en temáticas como los derechos sexuales reproductivos, género y diversidad, prevención de violencia, superación de prejuicios y actitudes discriminatorias, entre otras; sin embargo, los pregoneros de la libertad (colonial) falsean el sentido para deslegitimar sus alcances emancipatorios.
¿De qué libertad nos hablan?
La de los valores occidentales, la de la otredad, la negación del otro como colectivo y la clausura de su narrativa, como sucedió durante la dictadura genocida respecto de las Madres de Plaza de Mayo, que desde la más profunda intimidad del dolor rompieron el cerco del discurso del poder, las rondas, la calle, la plaza fue el escenario del dolor expresado desde el discurso íntimo, que se hizo colectivo y público; desnudó y confirmó la crueldad del terrorismo de Estado que estábamos viviendo, para imponer el plan económico, que ahora, casi con las mismas resonancias discursivas de los genocidas y cómplices, pero con una textualidad más chabacana y más atroz, porque surge en estas extrañas penumbras democráticas, en donde el señor presidente trata de imponer, con nuevas y viejas complicidades, similares argumentos que el nefasto José Alfredo Martínez de Hoz durante la última dictadura cívico-militar.
Las “fuerzas del cielo” alumbraron la palabra presidencial en Davos, pero la confianza le hizo cruzar el Rubicón al señor presidente en su distorsionada alocución, cuando dice que “…la ideología de género constituye (…) abuso infantil. Son pedófilos” para después manifestar, tanto él como los pusilánimes corifeos, que no dijo lo que dijo.
La palpable degradación del colectivo LGBTIQ+ y el odio celestial de sus fuerzas apocalípticas se expresaron en toda su crueldad occidental. Así como la negación de las luchas feministas y sus logros como la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Habíamos empezado hablando de la “libertad” colonial que invocan las “fuerzas del cielo” que tiene como norte, a Donald Trump en los más alto del “olimpo” libertario y a los milmillonarios como los “héroes” del capitalismo global y en ese contexto, en el imaginario presidencial, la izquierda debe ser “eliminada”, textualmente como dijo el vocero, Manuel Adorni: “eliminar cualquier vestigio de las ideologías de izquierda”, en absoluta consonancia con “…los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas, tiemblen”, expresado por el señor presidente desde Davos.
La colonialidad en su máxima expresión, la matriz de poder colonial funciona sin fisuras, la persecución/eliminación, la negación del otro, el menosprecio, el sentimiento narcisista de superioridad son la manifestación del fascismo político y cultural radicalizado a extremos inquisitoriales.
Breve digresión y final
En las grandes civilizaciones originarias, aztecas, mayas, incas, la libertad se asociaba a la relación con el universo, la “iluminación”, la capacidad de ver y entender el mundo; la libertad de la vida y el bienestar, la capacidad de vivir con la naturaleza. Pero, tal vez, para el tema del que nos estamos ocupando, lo esencial es que para las culturas precolombinas la libertad no se entendía como una condición individual y abstracta, sino como una condición relacionada con la comunidad, la naturaleza y lo divino. Las acciones se realizaban para favorecer a la comunidad como vehículo de beneficio para el individuo.
La Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista se iniciará en unas horas en repudio a las declaraciones homofóbicas y discriminatorias del señor presidente en Davos y contra la persecución política, la estigmatización social, la violencia económica que lleva adelante el gobierno con sus dispositivos represivos físicos y simbólicos.
Una marcha que será multitudinaria y diversa que dará el grito de libertad comunitaria contra el oscurantismo colonial que representa la espuria “libertad” de las “fuerzas del cielo”.
Imagen destacada: Agencia Presentes
Publicada en Tramas 1/02/2025
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