Por Darío Balvidares*
Hoy se cumplen tres días de la cuarentena obligatoria por los efectos
contagiosos del recientemente identificado COVID-19, de la familia de los virus
Corona, pero con características
distintivas que lo hacen mucho más agresivo, de acuerdo con la palabra de
médicos infectólogos e investigadores científicos locales y extranjeros.
Por lo que es necesario cumplir con las pautas impuestas desde el
estado nacional, de esto no hay lugar para la duda. El virus está y es
sumamente contagioso y letal de acuerdo con las estadísticas mundiales,
regionales y locales.
Pero el objeto de este artículo es realizar un paseo por las
reinterpretaciones en algunos medios, sobretodo, televisivos, lo que no
constituye una sorpresa, en cuanto a lo que tiene que ver con la construcción
de un relato paralelo, que no interpela la situación sino que busca deslindar
la cuestión sanitaria y reconfigurar una situación de “seguridad nacional”
naturalizando un discurso autoritario sobre la “verdad” sanitaria, que a su vez
presiona a los funcionarios en la toma de decisiones y no parece acompañar la
cuestión de la solidaridad, sino más bien desplegar la vigilancia marcial.
Allí, en esa construcción, el virus-corona entra en el lugar de un
actor de reparto y el protagonismo lo adquieren las fuerzas de seguridad en la
“caza sanitaria” de “inconscientes”, “egoístas”, “antisolidarios”, “locos” y
todas las marcas de desprecio que se puedan inocular sobre aquellos a los que
hay que “detener” o “aprehender”, más por la insistencia mediática que por el
decreto presidencial de la cuarentena obligatoria, lo que incluye la vigilancia
“solidaria” entre vecinos, como comentaba un periodista de canal América, sobre un caso en que cuatro
personas habían vuelto de uno de los países en riesgo y se metieron en su
departamento a cumplir con la cuarentena, pero los vecinos repartieron fotos
para mantenerlos vigilados.
¿Aun cumpliendo la cuarentena son sospechados de violarla? Esa actitud
lejos de ser solidaria es paranoica y esa paranoia es provocada por la estrategia
viral de generar estados alterados, hace años que los medios masivos de
comunicación del establishment mediático practican ese ejercicio periodístico.
Al mismo tiempo invitan a los canales de televisión a distintas
personalidades del universo de la salud y otros que no lo son, como en el
programa de los vernáculos almuerzos.
O a pantalla partida se muestra un móvil periodístico patrullando las
calles para encontrar a los infractores a la disposición de cuarentena obligatoria
y cuando se topan con el operativo, baja el movilero con el micrófono enfundado
en film, como escudo antivirus, para entrevistar al agente de seguridad,
acercándole el micrófono y luego llevándoselo cerca de su boca el propio
movilero para continuar practicando el discurso de la estigmatización.
O poner la cámara enfocando a los vecinos que están haciendo compras
en el supermercado del barrio para mostrar qué; que están haciendo compras,
cosa que está dentro de lo lícito de la situación.
Preguntas: ¿qué hacen los movileros mediáticos en la calle, el peso periodístico
de esas notas vale la exposición; son inmunes al virus; son incapaces de
transmitirlo? ¿Acaso es necesario un doble patrullaje, no alcanza con las
fuerzas de seguridad, sino que además hay que mostrar el espectáculo para
alimentar más el odio “solidario”?
Los canales de noticias encontraron una veta más importante que seguir
hablando de un virus del que ya no hay mucho que decir, por lo menos hasta que se descubra la vacuna
que nos inmunice o que vaya debilitando su poder de contagio producto de la
medida de aislamiento o de conseguir los reactivos que nos puedan certificar
quienes están efectivamente contagiados, lo que no los convierte en los
hacedores de la “peste”, sino en su víctima.
Desde los primeros días de aparecido el acontecimiento pandémico de
manera mediática, nos hemos enterado de cómo van creciendo en número los
muertos e infectados en los países en que el COVID-19 hizo epicentro y la
dispersión posterior que llegó a Latinoamérica.
Lo que aparece como un “quiebre” en la salud mundial, producto de un
virus “desconocido”, poco a poco va dimensionándose viralmente en los discursos
político y periodístico que incluyen no
sólo la variable lectal científica, sino la bélica en sus dos formas: de “enemigo
externo” o “terrorismo interno”.
La prevención que hasta ahora podemos ejercer es la cuarentena, una
especie de asepsia comunitaria en el aislamiento vigilado para muches, pero no
para todes. En los canales de televisión continuamos viendo panelistas, invitados
de toda laya e incluso conductorxs y periodistas juntos en el mismo estudio a
menos de medio metro, con el agravante que también hay mayores de 60 años, en
la tarde del primer domingo de cuarentena obligatoria vigilada, lo pudimos
apreciar.
Estas son algunas de las contradicciones propias de los medios cuando
pretenden transformarse en comunicadores de una ética y una pedagogía que se
desvanece en el aire por su propio peso, una pedagogía adjudicada al “sentido
común” tan señalado por un periodismo comercial y dependiente que construye
discursos amparados en la ética del autoritarismo, disfrazado de moralina cuasi
medieval.
Pero no sólo la corporación mediática ensaya esos discursos, también
forma parte de este grotesco otro discurso, como el del ministro de seguridad
de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, en ocasión de hablarle a la
policía bonaerense para que haga cumplir la cuarentena obligatoria vigilada: “Les
hablo como un camarada más, que al igual que ustedes, le juró a la Patria
seguir y defender esta bandera hasta perder la vida (…) no hay lugar para los
librepensadores y mucho menos para aquellos que crean que esta cuarentena es un
concurso de creativos…
En esta fuerza no hay lugar para aquellos que especulen, no hay lugar
para los tibios y mucho menos para los temerosos”[1].
¿Ese es el discurso para la
policía del siglo XXI? Es una pandemia generada por un virus y justamente uno
de los graves problemas es que los únicos librepensadores
que tienen las policías y las otras fuerzas de seguridad son los libregatillosfáciles y los librenarcotraficantes. La pedagogía del
discurso autoritario continúa.
¿Deben seguir formándose así
los policías, la fuerzas de seguridad, con esos discursos que los
“envalentonan” y que después esa “valentía” termina siendo aplicada de manera
indiscriminada, la pedagogía del sheriff,
la pedagogía del siglo XIX con que se continúa formando a las fuerzas de
seguridad, que antes de enrolarse, deberían pasar todos por la educación
pública (primaria y secundaria) y no por los colegios endogámicos con enfoques
prusianos, que difuminan viralmente el autoritarismo sectario.
El hipócrita, el
demonio más temido: algunos ejemplos virales
En un portal salteño podía
leerse: “No se trata de ponerse volverse
loco, alarmista, apocalíptico o extremista. Se trata de parar la pelota,
tranquilizarnos, y fundamentalmente tomar consciencia de que estamos en una
guerra. Sí, una guerra, sin armas nucleares, químicas, cañones ni bombas, y lo
que es peor, con un enemigo silencioso e invisible que puede estar a nuestro
lado…[2]”
Lo que hizo despertar el demonio hipócrita del gobernador Gustavo Saenz, que
después de repartir diatribas a diestra y siniestra contra los infractores, le
solicita al presidente de la Nación, Alberto Fernández, que: “Señor presidente, el otro día lo vi con gran
firmeza establecer esta cuarentena sabiendo los problemas que traía, pero
pensando en la gente. Por eso quiero pedirle como le dije el otro día,
necesitamos el Ejército en la calle y en la frontera, es un recurso humano que
necesitamos en épocas de crisis (…) no hay lucha ideológicas, religiosas o
políticas de ningún tipo, aquí la única lucha es contra un enemigo invisible
que quiere llevarnos puestos a todos…”[3]
Y finalizó con una invocación
a Dios y al Señor y la Virgen del Milagro (sic).
Es bueno recordar que este
pedido, cargado de ideología, el “valiente” gobernador salteño, lo realiza en
las vísperas del 24 de marzo, Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia,
o es un ignorante o es un hipócrita, porque además es un funcionario público,
que le preocupa más el desfile de fuerzas militares como patrulladores, que los
médicos y efectores de salud que podría necesitar frente a la pandemia.
Quiero recordar, que este
mismo gobernador, que le gusta como a tantos otros funcionarios, jugar al
patriota, dejó que murieran 10 niñes wichi por desnutrición, cifra que es solo
en lo que va del año, sin contar las muertes de los wichi por esa misma causa
desde siempre, también se morían durante el gobierno de Juan Manuel Urtubey y
siguen los nombres.
Nada dice el gobernador sobre
“caerle con el peso de la ley…” a los taladores responsables de la desaparición
de los bosques nativos para ampliar la frontera del agronegocio. Uno de los
factores del cambio climático. En fin, la cultura greco-romana ha dejado
estos vestigios pretorianos, que lamentablemente también se siguen
multiplicando viralmente, incluso en el siglo XXI.
El otro ejemplo es también
mediático, se trata de Luis Novaresio, que en su artículo para Infobae,
titulado, “No son necios, son hijos de
puta”[4], desde
la misma moralina viral construye el texto ante la información de la salida de algunos,
que pertenecen y otros que creen pertenecer, hacia Villa Gesell y Pinamar desobedeciendo el
aislamiento obligatorio, Novaresio escribe: “El que tomó a su familia (¿no es acaso incumplimiento de los deberes o
abandono de persona en caso de hijos menores?), alistó su auto y tomó la ruta
(lo imagino pasando algunos coches por la banquina) para irse a la costa
desobedeciendo la indicación de la única vacuna que tenemos al
respecto, es un consumado hijo de puta. La vacuna
prescribe: quedate en casa. Todos lo sabemos. Todos conocemos que es
lo único y vital que podemos hacer. ¿Y te vas a la costa? (…) No son tiempos de
onanismos intelectuales que pretenden explicar todo. Hay veces que basta apelar
al sentido común y al sentido de lo obvio (…) La vida es un eterno elegir entre
dos cosas. Mi derecho a moverme por las calles colapsa ante el derecho mío y de
todos, dice ‘de todos’, de seguir viviendo…”
Toda una ética de conducta del
sentido común y el sentido de lo obvio.
Pero… una semana más tarde, el
virus de la hipocresía, tan caro a los moralineros del “pensamiento
independiente”, lo contagió al periodista “animal” de América y… sucedió lo que
no debería haber sucedido, fue encapsulado, aislado en un video de un vecino
que capturó la violación del derecho a moverse que el mismo periodista había
inscripto tres días atrás en su propio artículo.
Novaresio se entrenaba por las
calles de su barrio cerrado, como si se tratara de los jardines de su casa[5].
Breve digresión: Si el
“onanismo intelectual” puede llevar a
sustituir las ideas por las emociones y sentires, algo muy de moda en el
universo posmoderno y en tomar la política y el periodismo sólo como espectáculo,
es decir, algo para mostrar; entonces acusar de “onanistas intelectuales” solo a los que pretenden “escaparse” de un
problema tan serio como una pandemia porque se alojan en otra parte y luego, el
periodista ético sale a “entrenarse” por el barrio, nos habla de la pertenencia
al mismo grupo al que etiquetó desde la moralina hipócrita, que pretende reglas
para que otros las cumplan con el velo del “sentido
común” que impone la cultura patriarcal.
Otro cuento y un demonio
Por supuesto que a esta altura de los acontecimientos, ya podemos
darnos cuenta que esta difícil situación sanitaria nos muestra lo que ya
sabíamos, el estado deficitario en que realizan sus tareas todos los trabajadores de la salud y los investigadores,
con paupérrimas condiciones edilicias y la falta de recursos a la que se
enfrentan diariamente. Un sistema de salud descentralizado, fracturado y puesto
en competencia con el mercado privado que contribuyó al desfinanciamiento
público para conformar el negocio.
El Banco Mundial como agente viral del neoliberalismo, en 1993 produjo
un informe que decía lo siguiente: “…fomentar
una mayor diversidad y la competencia en la prestación de los servicios de
salud mediante la descentralización de los servicios públicos, la promoción de
las prácticas competitivas de adquisiciones, el fomento de una mayor participación
de las organizaciones no gubernamentales y otras organizaciones privadas…”[6]
La línea estuvo trazada y la
pedagogía de la obediencia colonial dio sus frutos, Argentina fue
desfinanciando el sistema de salud pública que fue compelido a competir contra
un mercado que se reprodujo viralmente en la venta de salud privada, con la publicidad
orientada a segmentar la oferta de “pertenecer” a tal o cual grupo privado.
El paradigma de la salud pública se fue desvaneciendo y el negocio
privado de la salud fue creciendo; el mismo argumento que se aplicó para la
desposesión de la educación pública.
Dos sistemas, uno público y otro privado, comercial; sin embargo a la
hora de afrontar una situación pandémica es el sistema público el que tiene que
organizar y hacerse cargo de lo que nos afecta a todos, con el Instituto Malbrán
liderando la situación y el testeo de posibles casos de infección.
¿Y todas las empresas médicas que gastan millones en publicidad y
cobran pingües cuotas a sus asociados y los laboratorios megamillonarios, con dueños
pueden festejar en Marruecos gastando 6 millones de dólares en la fiestita de
cumpleaños[7],
no tienen la infraestructura, ni el capital para la investigación básica?
No. Porque no les interesa, porque se gastan 6 millones de dólares por
el gran negocio que significa la industria farmacéutica y no van invertir a
largo plazo como requiere la investigación básica, porque es más sencillo y
menos oneroso que investigue la universidad pública y después aparecer y
quedarse con el patentamiento por un puñado de pesos.
Los demonios premonitorios
La acción sucede en 2015, en ocasión de una charla TED en la que Bill
Gates, la segunda fortuna del mundo con 96.5 billones de dólares según el
ranquin de la revista Forbes 2019[8],
aseguraba que: “Hoy la mayor catástrofe mundial es una pandemia. Si algo va a matar a
más de diez millones de personas en las próximas décadas será un virus muy
infeccioso, mucho más que una guerra. No habrá misiles, sino microbios…
Para una gran epidemia se necesitan millones de personas trabajando. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) existe para monitorear las pandemias,
pero no hace nada de lo que estoy hablando…
El Banco Mundial calcula que una epidemia mundial de gripe costaría no
menos de tres billones de dólares con millones y millones de muertes”[9]
La premonición de Bill Gates
aparenta tener un verosímil propio de la ciencia ficción, plantear una
problemática futura que termina siendo “verdadera”, pero poco transparente en
cuanto al origen.
Tal vez estemos en presencia
de un verosímil realista (una de las formas de la ficción), enmarcado en un
verosímil de ciencia ficción, funcionando como distractor.
Pero más allá de las
digresiones literarias, el hecho es que un informe fechado en septiembre de
2019 con un título cinematográfico, “Un
mundo en peligro”[10],
advertía sobre el peligro de una pandemia.
El informe realizado por la Junta
de Vigilancia Mundial de la Preparación, un grupo organizado por el Banco
Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS), algo que venía reclamando
el billonario, Bill Gates desde esa charla TED y al que le brinda ayuda
financiera desde su fundación, como dice el informe: “Por último, queremos manifestar nuestro agradecimiento por el apoyo
financiero prestado (…) a la Fundación Bill & Melinda Gates…” (pág. 2).
Ahora, siguiendo el recorrido
del documento sobre las recomendaciones en cuanto a la organización de los
países frente a la posibilidad pandémica, leemos: “La Junta analizó la información disponible y encargó siete documentos
de examen que examinan los retos de la preparación desde diversas perspectivas:
gobernanza y coordinación; capacidades de preparación en los países;
investigación y desarrollo; financiación; mejora de la confianza y la
colaboración de la comunidad; preparación ante una pandemia provocada por un
patógeno respiratorio de consecuencias nefastas, y gestión de la pandemia…”
(pág. 4)
Pero, un par de hojas más y
sí, el mundo está en peligro: “Si
es cierto el dicho de que «el pasado es el prólogo del futuro», nos enfrentamos
a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera,
provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de
personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de
esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e
inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado…” (pág. 6)
El lector atento, sacará sus
conclusiones; lo cierto es que con un argumento poco verosímil en términos
científicos, «el pasado es el prólogo del
futuro», donde el futuro sería la seguidilla de virus parientes de COVID-19,
Ébola, SARS, MERS, H1N1, incluso parecería ir en contra de lo que debería
suceder, es decir disminuir las posibilidades de que un virus surja de la nada
o mute de virus animal a humano.
Pero las posibilidades de que
ello suceda es nula sino se interpelan los modelos de producción, de
distribución y de adquisición, entre otros tantos temas para poner en
cuarentena y revisarlos con una mirada pos-pandémica capaz de abordar el
Capitaloceno en todas sus dimensiones, una tarea que requerirá un esfuerzo
solidario tan grande, como revolucionario.
Una contribución
para aislar demonios
“Incluso
muchos plantean estas situaciones como de “guerra”, guerras en las que todos
sabemos que la primera víctima es la “verdad” y la segunda la “trasparencia”.
Esto no es una guerra, las epidemias son situaciones críticas y catastróficas
que viven las sociedades generadas en su interrelación con la naturaleza de la
cual la humanidad forma parte. No es una agresión externa”
Dice el Dr. Medardo Ávila
Vázquez, Médico Pediatra, Neonatólogo, Coordinador de la Red Universitaria
Ambiente y Salud y Médicos de Pueblos Fumigados, en un profundo artículo[11]
examina y describe cómo será este proceso pandémico y fundamentalmente, muestra
la falta de solidaridad entre los países que no compartieron información a
partir de haber sufrido epidemias pasadas.
Y es precisamente la
inscripción en este sistema voraz de competencia en el mercado el que se ha
transformado en barrera de toda la humanidad.
Pero para lo que nos ocupa en
este trabajo, es la importancia que se otorga a la pandemia que estamos
sufriendo es su contribución a despejar la asociación de la pandemia a una
“guerra” y poner la situación como crítica, catastrófica producto de la
interrelación entre la naturaleza y la humanidad que forma parte de ella, de
manera de clarificar el concepto y ponerlo en contexto: “No es una agresión externa”.
Lo que cambia la mirada sobre
el tema y establece un adelanto para los debates futuros con la necesidad
urgente de más pensamiento crítico y menos sentido común.
En el Capitaloceno todo se
resuelve en qué algo “maligno” nos ataca y que ese algo se produce por algún
“enemigo” externo o infiltrado que burla los escudos del sistema que hay que
seguir sosteniendo, ya que ahora estamos en la era de la “sostenibilidad” (del
capital).
Entonces en medio de la
“guerra” comercial entre Estados Unidos y China, aparecen culpabilidades
en torno a la aparición del virus, tales como que surgió de un mercado de
moluscos y animales vivos en la localidad de Wuhan o de un laboratorio en la
misma ciudad china. Lo que le permitió a Donald Trump, nombrarlo como el “virus
– chino” de manera de continuar generando odio “solidario”.
Por otra parte, China acusa a
los EEUU de haber transportado el virus a través de sus soldados que viajaron a
Wuhan en octubre de 2019 para participar de los Juegos Mundiales Militares[12].
Estas simples y difundidas
informaciones no hacen más que llevar la situación crítica que atraviesa el
mundo al lugar binario de la lucha por la hegemonía y ocultar el problema en
una lógica hollywoodense de buenos y malos.
Cruzar el universo semiótico
de los trampantojos discursivos es el gran esfuerzo que viene, porque de lo que
no se habla en la situación pandémica en las cadenas hegemónicas de la
información es de cómo sobrellevan la situación los vulnerados del mundo, los
vulnerados en Latinoamérica de la que Argentina es parte. Solo los llamados medios
comunitarios, alternativos[13] intentan
dar cuenta de una realidad preocupante de aquellos invisibilizados que tienen
que aislarse en el hacinamiento de un barrio popular.
Pero tampoco encontramos que
los medios hegemónicos nos informen que “No
resulta extraño que en medio de la caída de valores en la bolsa, dos compañías
farmaceúticas que trabajan en la vacuna, la anglofrancesa Novacyt y la estadunidense Aytu BioScience,
vean subir su cotización. La primera, en 600 por ciento, y la segunda, en 80
por ciento. Nada sobre los avances del Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología de Cuba, donde los cuatro pacientes italianos en la isla han sido
tratados con el nuevo antiviral interferón alfa 2B recombinante (IFNrec),
elaborado en la planta mixta cubano-china…”[14]
El sistema no podía reaccionar
de otra manera, es el acto reflejo de la estupidez rentada, dos compañías
farmacéuticas que se aseguran optimizar sus millonarias ganancias en una
carrera que dejará miles de muertos, espectadores pasivos de la inoculación
anunciada, como si fueran los culpables de estar infectados por no aislarse y
no ser solidarios, cuando es justamente este sistema el que promociona el éxito
individual a través de la competencia y el emprendedurismo asintomático inoculado
por el mercado. Es decir, el modelo cultural capitalista y neoliberal impone un
paradigma, impone la pedagogía de la competencia, entre empresas, servicios
básicos e individuos. ¿De qué solidaridad hablan?
Dos compañías que intentan
llegar a la vacuna, no para el bien común, sino para optimizar ganancias. Mientras el descubrimiento cubano-chino,
permanece en las sombras.
Todos los demonios
son iguales (una apreciación del sentido común, pero no tanto)
Mientras el periodismo y los
funcionarios de “guerra” de baja intensidad intentan demostrar la diferencia
entre países que se anticiparon (Corea, Japón y la propia China) y (algunos) países que se tomaron el tema de
manera relajada entre los que aparecen Brasil, Inglaterra y México (y EEUU, por
supuesto) tomando decisiones similares, permitiendo la circulación, no poniendo
a funcionar las estrategias de aislamiento riguroso, lo que daría lugar a
pensar que un país imperial como Inglaterra o Brasil, gobernado por la derecha
represora y el México del progresismo toman decisiones similares.
Mientras la verdadera cuestión
es que las decisiones sistémicas tendrán un número mayor o menor de víctimas
fatales, pero al final de la pandemia (como suele suceder en el cine-catástrofe
hollywoodense) las víctimas serán las mismas de siempre sino respondemos con una
transformación de paradigma del shock. Una cultura de shock inversa a la que
nos describe Naomi Klein.
Una pedagogía que estalle el capitalismo del desastre por el aleteo de una mariposa que nos ponga a
pensar que la vida no se agota en el mercado y que nos ilustre que: “el origen de este nuevo virus –al igual que
todos los que se han declarado o amenazado ser declarados como pandemia en años
recientes, incluyendo la gripe aviar y la gripe porcina que se originó en
México– es zoonótico. Es decir, proviene de animales y luego muta, afectando a
humanos. En el caso de Covid-19 y SARS se presume que provino de murciélagos
(…). El factor fundamental es la destrucción de los hábitats de las especies
silvestres y la invasión de éstos por asentamientos urbanos y/o expansión de la
agropecuaria industrial, con lo cual se crean situaciones propias para la
mutación acelerada de los virus.
La verdadera fábrica sistemática de nuevos virus y bacterias que se
transmiten a humanos es la cría industrial de animales, principalmente aves,
cerdos y vacas. Más de 70 por ciento de antibióticos a escala global se usan
para engorde o prevención de infecciones en animales no enfermos, lo cual ha
producido un gravísimo problema de resistencia a los antibióticos, también para
los humanos. La OMS llamó desde 2017 a que las industrias agropecuarias,
piscicultora y alimentaria dejen de utilizar sistemáticamente antibióticos para
estimular el crecimiento de animales sanos. A este caldo las grandes
corporaciones agropecuarias y alimentarias le agregan dosis regulares de
antivirales y pesticidas dentro de las mismas instalaciones”[15]
¿Acaso no serán algunos de
estos planteos los que deberíamos empezar a debatir?
¿Acaso no son temáticas que
organizaciones ecologistas y asambleas de vecinos autoconvocados vienen
denunciando desde hace décadas?
Un nuevo camino, un nuevo
paradigma puede asomar después de la pandemia anunciada, tal vez tengamos que
luchar por los nuevos derechos a ser parte de la naturaleza de la que no
deberíamos habernos apartado.
La “evolución”, la
“modernidad” los “avances tecnológicos” no pueden habilitar la destrucción del
hábitat natural, salvo en el relato del Capitaloceno que comienza a ver sus
propias contradicciones, aunque, por supuesto hará intentos por reconstruirse
rápidamente, sin embargo, asoma alguna posibilidad de transformación: “Creo que estamos viendo el nacimiento de lo
que llamaría una nueva política
ontológica. Aunque suena muy académico, creo que es crucial entender qué
tipo de formas de hacer política serán necesarias para forjar un proyecto
político emancipador y sostenible en el siglo XXI. Esta nueva política
ontológica trata fundamentalmente de la elaboración de nuevas concepciones
éticas y políticas de lo que es valioso, y es una cuestión que ha sido
planteada durante largo tiempo por ecologistas, activistas laborales,
feministas, activistas poscoloniales, etc. Creo que a nuestro alrededor existe
un nuevo escenario político, y destacaría la soberanía alimentaria como un
ejemplo muy expresivo de esta nueva política ontológica.”[16]
Y para que una nueva política
ontológica aparezca en necesaria una gnoseología fundante. Seguramente, los
Pueblos Originarios y los campesinos también nos están diciendo algo desde la
mirada del “Buen Vivir”.
Se trata de saber escuchar y
mirar, despojados de los cantos de la sirena mercantil y de las añejas botas de
la represión a la lucha por un mundo mejor.
En las primeras horas del 24
de marzo de 2020 y atravesando el cuarto día de la cuarentena obligatoria y
vigilada, es necesario, más que nunca, salir de los virus de la muerte, que
sabemos dónde están y como operan.
El antídoto, ya lo tenemos:
Memoria, Verdad y Justicia
A propósito, en la tarde de
ayer, vi una mariposa gigante de las que les decíamos “limonero”, sobrevolando en
la esquina, desafiando al dengue y sin la amenaza antrópica, en algún
lugar del barrio de Floresta.
*Profesor y
Licenciado en Letras (FFyL-UBA). Fue docente durante 30 años y Rector de la
Escuela de Comercio 3, Hipólito Vieytes (CABA). Como investigador es autor de “La educación en la era corporativa, la trama
de la desposesión”. Herramienta Ediciones y Contrahegeminía Web (2019)
CABA. Con prólogo de Alfredo Grande y Andrea Arrigoni. Y del ensayo “La novela educativa o el relato de la
alienación” Redes Cultura (2005)
CABA. Con prólogo de Osvaldo Bayer.
Además de otros tantos trabajos y artículos publicados en Contrahegemonía
Web; Rebelion.org y Otras Voces en Educación. Es Productor periodístico y
columnista del programa radial “La Deuda Eterna” que se emite por radio La
Retaguardia.
[1] https://www.infobae.com/politica/2020/03/21/el-encendido-discurso-con-el-que-sergio-berni-le-pidio-a-la-policia-bonaerense-que-haga-cumplir-la-cuarentena-total/
[2] https://www.dnisalta.com/noticias/seccion-salta-1/videos-en-salta-falta-responsabilidad-colectiva-no-se-respeta-la-cuarentena-total-y-los-que-deben-controlar-hacen-la-vista-gorda-14325
[6] Informe
sobre el desarrollo mundial 1993: Invertir en salud.
documentos.bancomundial.org
[9] https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-escalofriante-prediccion-bill-gates-pandemia-2015-nid2343804
[10]
“Un Mundo en Peligro” Informe anual sobre la preparación mundial para las
emergencias sanitarias. Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación.
Septiembre 2019.
[14] “Coronavirus,
una pandemia muy oportuna” Marcos Roitman Rosenmann. Diario La Jornada,
México. 15-03-2020. https://www.jornada.com.mx/2020/03/15/opinion/004a1pol
[15] “Coronavirus,
agronegocios y estado de excepción”. Silvia Ribeiro. 2 de marzo 2020
[16]
De la entrevista a Jason More: “Del Capitaloceno a una nueva política
Ontológica” en Revista “Ecología Política” 10-07-2017. https://www.ecologiapolitica.info/?p=9795
Jason W. Moore es profesor de Historia Universal en la
Binghamton University y coordinador de la World-Ecology Research Network. Gran
parte de sus trabajos sobre desarrollo del capitalismo, historia ambiental,
ecología-mundo y ecología política está disponible en su página web, donde
también hay extractos de su último libro, Capitalism in the web of life (Verso,
2015). Moore es editor del
nuevo volumen Anthropocene or
Capitalocene? Nature, history, and the crisis of capitalism (PM
Press/Kairós, 2016)
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