¿Pansophia o Postsophia?
Por Darío Balvidares 10/03/19
Hace años que la pléyade de
especialistas, técnicos y empresarios de la reforma educativa están
“preocupados” por la “crisis” de la escuela y la formación docente, ocultando
los intereses que subyacen en la, por lo menos, doble intencionalidad de desposesión educativa.
Ya hemos dicho muchas veces que
instalaron la crisis como discurso organizativo de la reforma a nivel mundial y
particularmente a nivel regional, de la mano de la industria periodística o periodistas
ignorantes de la cuestión educativa a lo que se le suma la falta de
conocimiento sobre las estrategias corporativas reformistas, y como
consecuencia, repite lo que oye de
alguno de los reformadores entrevistados.
¿Cómo puede ser que la “crisis” sea una
estrategia planificada?
En el caso Argentino, queda
demostrado fácilmente, a casi 30 años del inicio de reforma educativa, la
“crisis” no sólo continúa sino que se profundiza, según los propios
reformadores que siguen pensando en reformas que se continúan en cierres de
institutos de formación docente en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo; y
como el gobierno porteño no pudo, entonces implementaron el Caballo de Troya
llamado UniCABA para cerrar, paulatinamente, los profesorados.
También el intento del traslado
de centros educativos para realizar negocios inmobiliarios y en función del
ajuste que propone el FMI, como el caso de la Escuela de Cerámica N°1, suspendido
por el amparo judicial, efecto de la lucha de docentes, familias y estudiantes.
Y otros tantos casos en el país de intentos de cierres de Institutos de Formación Docente
argumentando con la obsoleta fórmula de la “eficiencia y eficacia”.
Desde los comienzos de la mal
llamada reforma educativa, no sólo ningún gobierno intentó desvincularse,
ponerse a pensar qué es lo que la escuela, la educación necesitaban, no;
siguieron el mandato “internacional”, lo entrecomillo porque es el mandato de
la corporación empresarial internacional, no de la comunidad educativa
internacional.
No se trató, ni se trata de
debatir pedagogía o nuevas didácticas, se trata de enmascarar una faceta más de
la desposesión pública.
Y cuando los reformadores ponen
sus argumentos de la “crisis” de la escuela en la brecha entre educación y
tecnología, otra vez encubren; por un lado el negocio corporativo de los miles
de millones de dólares en que está valuado el sistema a nivel mundial (más de
tres trillones de dólares, de acuerdo con lo dicho por Sunny Varkey,
multimillonario gracias al negocio educativo y cuya fundación también opera en
la Argentina cobrando millones de dólares por cursos de capacitación); y por
otro, la estandarización, que también es un gran negocio, pero, además,
la gran estrategia de modificación en las subjetividades: aprender a ser flexible y adaptable, es decir aprender a no aprender, o aprender lo que la corporación empresarial dice
que hay que aprender, eso es, en definitiva, la educación por competencias.
Ahora sí, vayamos al porqué
de este artículo inspirado en una entrevista a Mariano Narodowski y Cristina
Carriego, cuyo título es "La escuela no existió siempre y puede dejar
de existir por sus limitaciones"[1]
(y que el lector/a podrá leer en su
totalidad en el medio que la publica). Por supuesto que no es desconocido el
nombre de Mariano Narodowski por su largo recorrido en educación, ni pasará
desapercibido, para alguno de los lectores, que fue ministro de educación en la
Ciudad de Buenos Aires en tiempos de Maurico Macri como jefe de gobierno. Y tampoco,
las razones de su “renuncia”, vinculadas a las escuchas ilegales de uno de sus
funcionarios devenido en “espía” ministerial, Ciro James.
Pero más allá de eso y que aquí no nos ocupamos de noticias judiciales,
también hay que decir que el ex ministro de educación porteño es cofundador de Pansophia Projet, que: “Es un colectivo de pensamiento,
experimentación, investigación y formación dedicado a comprender los procesos
de disrupción creativa que se están operando globalmente en el campo educativo
(…) Los pansophianos entendemos que en los confines del proceso de
escolarización y cuando nuevas tecnologías pueden reemplazar a lo escolar, la
Pansophia no es negociable” (según su propia página web[2]).
La cuestión es que la escuela no es el foco de ninguna discusión, sólo su
desaparición, borrando las huellas del crimen, por supuesto, y atribuyéndoselo,
como durante 30 años a los docentes y a la “pésima” vinculación de la escuela y
la tecnología; una nueva versión, decadente por cierto, de “Apocalípticos e
Integrados” de Umberto Eco.
La pregunta es: ¿hasta cuándo van a ser escuchados aquellos que fueron
los artífices y administradores de la “crisis” escolar, de la denostación de
los maestros, de la falta de capacitación, que por otra parte todos los
gobiernos dieron y obligaron a tomarla?; y más aún, ¿hasta cuándo hay que soportar a los
“salvadores” con sus recetarios “tecnológicos” que no hicieron más que sumarse
o crear fundaciones solventadas por organismos internacionales o corporaciones empresariales
o el Departamento de Estado de los Estados Unidos, o peor, con los dineros
públicos que los gobiernos nacionales o provinciales les destinan a cambio de
sus “servicios” a través de convenios? Y que, además, en la mayoría de los
casos, esos titulares de fundaciones o empresas corporativas, son o fueron
funcionarios gubernamentales, responsables del desfinanciamiento presupuestario
y de infraestructura escolar y de la desvalorización de la figura del docente.
Sigamos, Pansophia Projet está
vinculada con la Fundación Lúminis[3], de
hecho en 2017 organizó una charla junto al Instituto de Investigación y
Educación Económica I+E, del que también Narordowsky es miembro del cuerpo
académico[4].
Y, sucede, que la Fundación Lúminis es miembro del Grupo de Fundaciones y Empresas y, también,
mantiene “Acuerdo de colaboración con
el programa de pasantías de la Universidad de Harvard, mediante el David
Rockefeller Center Latin American Studies (DRCLAS)” (según su propia
página web).
A eso, tal vez, se refieren con la formación de líderes, nada hay de
ingenuo en estas vinculaciones, más que la confirmación del proceso de
desposesión educativa que se está llevando a cabo desde hace 30 años.
No hay debate pedagógico, más que el
argumento remanido, de que “la escuela atrasa”; la escuela pública es un
lugar de intercambio y socialización heterogéneo a través del conocimiento (en una apretada sítesis), pero en realidad eso
no se discute, porque de lo que no hablan los reformadores es qué conocimiento para qué modelo social y
económico, pensar que las tecnologías son el modelo educativo o pueden
reemplazar a la escuela con sus maestros (como lo estructuró “la secundaria del
futuro”: 30 % del tiempo los docentes y 70 % las plataformas digitales) es tan ingenuamente
estúpido como pensar que realmente el mundo empresarial corporativo esté “preocupado”
por la educación desinteresadamente.
Y difícilmente los “clubes” y mucho menos las “parroquias”, como aseguran
los entrevistados, se puedan hacer cargo de la socialización del conocimiento,
porque los primeros socializan a partir del deporte y el esparcimiento y
casualmente con el 62 % de los niños/as y jóvenes pobres, el club no debe ser
un lugar muy visitado, tal vez algún club de barrio que haya podido sobrevivir
a las obscenas tarifas de servicios; y no parece ser la parroquia muy apropiada
para la socialización en el conocimiento, porque su tarea es la evangelización,
por lo tanto es doctrinaria y para el grupo de fieles. Tal vez la “plaza”,
nombrada también por los entrevistados, sea uno de los lugares que todavía
conserven la posibilidad de la socialización en la diversidad, pero no es un
lugar muy seguro para debatir filosofía, por ejemplo, salvo que Sócrates
renazca de las cenizas de Platón.
O los trabajadores y estudiantes puedan, en la protesta en la plaza,
construir conocimiento sin la presencia del “palito de abollar ideologías” como
decía Mafalda, el célebre personaje del genial Quino; o tal vez sin las
tecnológicas pistolas taser, tan caras a la “seguridad” ministerial.
Como sea, los intentos de hacer desaparecer la escuela, lejos están del
interés social y muy cerca del interés privado y sus interminables y
geométricas vinculaciones.
Podemos seguir verificando que la Fundación Lúminis también tiene alianza
con la Fundación SES, que también está preocupada por los jóvenes: “El Proyecto NOEMI tiene el objetivo de
generar incidencia en las políticas públicas para la inclusión educativa y el
acercamiento al mundo del trabajo de adolescentes y jóvenes de 16 a 24 años.”[5]
Sus “preocupaciones” son en vincular a los adolescentes y jóvenes al
trabajo, por supuesto la preocupación es para que sean más adaptables y
flexibles para, si tienen suerte, estar empleados en alguna de las empresas
“aliadas y colaboradoras” de la fundación, como “Coca-Cola Femesa” o
“Microsoft”, entre otras; pero sobretodo Microsoft de Bill Gates, principal
lobista contra la educación pública en Estados Unidos y promotor de las
escuelas chárter como lo proponía también, hace unos 20 años, de cara a la charterización en la provincia de San
Luis, el actual entrevistado, Mariano Nadorowski: “coordinador general del área de Educación de la fundación, explicó que
cada escuela deberá garantizar los contenidos básicos comunes nacionales y el
plan de estudios provincial. El Estado controlará la gestión a través de una
evaluación pedagógica y una auditoría financiera y administrativa que está en
proceso de creación.”[6] La
fundación a la que se refiere es, Gobierno
y Sociedad, presidida por el economista Miguel Angel Broda, con la dirección de
Antonio Cicconi, egresado de la Escuela de Educación de Harvard.
Ese es el proceso de privatización y por qué no de invasión en la
educación pública, la charterización, asociaciones privadas que se hacen cargo
de las escuelas públicas, recibiendo los dineros públicos y gerenciándolas de
manera privada, seleccionando matrícula y reclutando docentes por afinidad
ideológica y por contrato sin estabilidad laboral. Es decir que lo que tienen
de públicas es la infraestructura y los dineros y gratuita para los alumnos que
se encuadren dentro del perfil de la asociación gerenciadora.
El breve recorrido que realizáramos en este artículo es una pequeña muestra
más del avance de los intereses privados, vía fundaciones y ong siempre
vinculadas con el mundo empresarial corporativo en todas sus variantes y con la
participación de la pléyade de especialistas que trabajan para ellos, algunos
desde los inicios de la mal llamada reforma educativa a la que deberíamos
llamar “proceso de reorganización escolar”, porque de lo que se trata es de una
política extractiva más y la desposesión como consecuencia ya conocida.
Lo que debe quedar claro es que no se trata de no poner en debate la
escuela, es más, no sólo la escuela es lo que debe entrar en debate, es todo el
sistema educativo (para no abundar), ese sistema vertical, autoritario que
ningún reformador cuestiona. Parece ser que el problema es el último eslabón de
una cadena esquizofrénica de “mandatos”, donde además se incorporan las
organizaciones privadas para “indicar” el “deber ser”. Es decir, las políticas
a aplicar en un Estado privatizado de orden colonial, donde la influencia de
los mercaderes y/o funcionarios gubernamentales se intercambian para responder
a los intereses de las minorías que traman nuestro destino.
La revolución educativa no está en la tecnología, está en un sistema
público de educación pensado desde los que lo hacen, los educadores, los docentes.
Las políticas, los modelos pedagógicos y las prácticas didácticas no pueden
estar definidas por multimillonarios, dueños de corporaciones, ni por los
conservadores y obsoletos organismos internacionales, ni por economistas
titulares de fundaciones financiadas por empresarios o bancos mundiales o el Departamento
de Estado de los Estados Unidos o los coloniales funcionarios que cuando dejan
el cargo se alinean en fundaciones corporativas o universidades privadas para
continuar su peregrinación por los sitios que brindan la colonialidad segura.
Irrumpir para quebrar la colonialidad del poder ya se transforma en una
urgencia por una batalla cultural contra el pensamiento único de los
reformadores, de lo contrario, también habremos canjeado el territorio
simbólico del conocimiento, por una plataforma digital y la era de la postsophia habrá ganado la partida.
NOTA: pueden seguir ahondando el tema de la desposesión educativa en mis
artículos publicados en los siguientes portales: “ContrahegemoníaWeb”; “Rebelión.org
“ y “Otras Voces en Educación”.
Y en el libro: La educación en la era corporativa
que próximamente, será publicado, en un esfuerzo editorial, por “Ediciones Herramienta” y “Contrahegemonía”.
[3] https://www.fundacionluminis.org.ar/tag/pansophia-project
[4] http://ie.org.ar/2018es/avada_portfolio/quienes-somos/
[5] https://www.fundses.org.ar/es/lineas-de-accion/educacion
[6] www.lanacion.com.ar/164372-debutan-en-san-luis-los-colegios-charter