El libro de Myriam Bregman es un texto que invita a reflexionar sobre ideas y construcciones que se hacen sobre la izquierda y sobre todo incita a la rebelión contra la “mansedumbre” y el “conformismo”.
Pero no vamos a hablar aquí de la convocatoria en la Feria, sí destacar que en la presentación la autora, remarca que uno de los objetivos del libro es que “hay que volver a explicar que es ser de izquierda”.
Y, entre otras cosas, “hay que volver a explicar que es ser de izquierda” funciona como una apuesta pedagógica dirigida la juventud, con anclaje en la potencia de las mujeres que, sin titubeos, expresa la dedicatoria que abre Zurda: “A las futuras generaciones deseando que las jóvenes estén a la cabeza de todas las luchas que surjan desde abajo y desafíen todos los ordenes que nos impongan desde arriba”.
Luego de los “agradecimientos” en los que Bregman expone su posición de que “toda pelea es colectiva”, como va a quedar demostrado en el recorrido de las 166 páginas que componen el libro, entramos en una doble presentación, una a cargo de Andrea D’Atri, legisladora porteña y la otra del periodista, Fernando Rosso.
En la primera se distingue la idea de la “pasión alegre” que “se alimenta de la rabia que nos provoca este sistema putrefacto y en los momentos sombríos, sostiene nuestra lucha colectiva, tenaz y persistente por una transformación absolutamente radical”. Una presentación desde la vivencia cotidiana de la militancia. ¡Eso! lo cotidiano que va a estar presente en todo el recorrido del texto.
La presentación de Rosso, remite y refuerza también el sentido de lo colectivo en la luchas que más adelante Bregman va a tematizar como episodios de nuestra historia reciente que se termina manifestando ahora con el “miedo libertario a la idea comunista”.
La introducción plantea la pregunta casi filosófica “¿Por qué somos de izquierda?” Porque el capitalismo provoca tristeza, promueve “pasiones tristes” para las inmensas mayorías. Las “pasiones tristes” producidas por las derechas frente a las “pasiones alegres” que se encuentra en la lucha colectiva “por una democracia de otra clase, verdaderamente radical, que solo puede conseguirse sobre la base de la igualdad política y económica” van a ser dos de las ideas fuerza que motorizan el desarrollo de la escritura de estos “apuntes contra la resignación…”, esa resignación a que no hay salida del capitalismo mas que espasmódicos paliativos a la versión neoliberal en los turnos de gobiernos percibidos como progresistas.
Los significados de alegría y tristeza, según las conceptualizaciones citadas del filósofo Baruch Spinoza, son los que dan forma al pensamiento de la “zurda” en ese paseo por los bosques de una escritura que se descubre entre los acontecimientos de la lucha y las instancias de la vida, que en el desarrollo de este libro lo particular se muestra sobre la escena pública en un movimiento dialéctico en la construcción personal de “aprendizajes” y la dinámica de la construcción colectiva.
Con lenguaje sencillo el texto describe la ofensiva reaccionaria de las derechas con su “programa ultraliberal” que para el caso argentino y de la mano de Javier Milei “se repiten muchos rasgos del neoliberalismo de los años 90, pero con el novedoso dominio del lenguaje de las redes sociales donde se esparcen los discursos de odio hacia los oprimidos, las fake news y el trolleo contra las criticas”; sin embargo la dirigente de izquierda advierte cierta fragilidad y precariedad en el programa de la derecha en la comparativa con “los dorados inicios del neoliberalismo” con la aparición de la tesis del fin de la historia de Francis Fukuyama.
Por supuesto que adhiero, y me permito esta brevísima digresión, con la comparativa de la que habla Bregman; la tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia que establece la universalidad de la democracia liberal tras la derrota del comunismo con la caída del Muro de Berlín y su afinidad a la idea de “fin” de las ideologías tan puesta en boga por el pensamiento posmoderno de la época, tiene una (aparente) consistencia teórica frente a los discursos de odio, las fake news y el trolleo, pero la peligrosidad de esas estrategias de la ultra derecha tiene una llegada masiva y anticultural, lo que hace más peligrosos estos mensajes si bien, coincido con la autora que son más frágiles argumentalmente.
Hay que decir que la tesis conformó un cuerpo teórico que fue muy difundido y bienvenido por el liberalismo vernáculo y la corporación periodística hegemónica, además del entonces presidente, Carlos Menen, que seguramente nunca leyó a Fukuyama pero repetía eso de que las “ideologías han muerto”.
A pesar de la fuerte promoción de “el fin de la historia”, las crisis recurrentes del capitalismo y sus efectos nocivos sobre la mayoría inmensa de la población mundial y en nuestro país con los comienzos de la lucha piquetera que tendrán su primer epicentro el 19 y 20 de diciembre de 2001 en la gran primer pueblada de este siglo que provocó la renuncia y el escape en helicóptero del presidente Fernando de la Rúa y que dejó 39 asesinados entre ellos 7 menores de 18 años, corroe de manera inevitable la tesis de Fukuyama.
Las luchas se multiplicaban por los cierres de fábricas y las presentaciones de quiebras fraudulentas desde la textil Brukman como la de los obreros ceramistas de Zanon en Neuquén que luego de la ocupación de la fábrica en octubre de 2001, poco antes del estallido social, en marzo de 2002 ya estaban trabajando bajo gestión obrera con el nombre de FaSinPat (Fábrica Sin Patrones) lo que los transformó en un símbolo.
El libro recoge estas historias como la recuperación que realizaron los obreros gráficos de Donnelley, hoy Madygraf, en 2014 y construye una red semiótica de significación que verifica, contra Fukuyama que las ideologías no solo no han muerto, sino que, como se señala en estos apuntes contra la resignación, el miedo al comunismo que esgrimen las nuevas derechas es la prueba manifiesta que “la lucha de clases” está en el escenario cotidiano. “Nadie pelea con fantasmas del pasado si no teme que reaparezcan en el futuro”, afirma la zurda.
Una de las particularidades es que en estos apuntes, la nacida en Timote como ella misma nos refiere, desarrolla de manera episódica su inclinación creciente por ser de izquierda, así es como en los convulsionados 90, las privatizaciones de empresas públicas, el indulto de Carlos Menem a los genocidas de la dictadura, los desocupados, los cortes de ruta conjugan el marco en que llega a la ciudad de Buenos Aires desde “Timote – el pueblo de campo donde nací – para cursar la carrera de abogacía con el vago deseo de hacer justicia en un mundo que me parecía injusto” y en los 2000, casi recién recibida se encuentra con las luchas de las fábricas recuperadas.
Estos acontecimientos producto de las luchas obreras que se inscriben en las luchas sociales como la de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las leyes de impunidad, la reapertura de los juicios a los genocidas, la llevan a participar activamente haciendo de la abogacía su militancia por aquello de “hacer justicia en un mundo que me parecía injusto”.
Los apuntes sobre los distintos momentos que ocupó la dictadura genocida se extienden con nombres y momentos que no dejan de señalar que “son treinta mil, fue genocidio”, hasta la segunda desaparición de Julio López “que nos mostró cabalmente que la impunidad de la que gozaban los genocidas les permitía seguir en funciones o mantener las reces criminales estatales y paraestatales”, afirma la autora.
El recorrido por estos apuntes nos lleva a encontrarnos con las posturas negacionistas enarboladas por Javier Milei y Victoria Villarruel, a la sazón el señor presidente (o“el gatito mimoso del poder económico”) y la vicepresidenta y en ellos la representación de quienes todavía dudan de la evidencia, sin embargo la reflexión de Bregman en este punto y con una mirada extendida, adelanta que “su objetivo inmediato es limpiar la memoria de los criminales que cometieron genocidio. Pero su propósito instrumental es borrar el prontuario de las fuerzas de coerción y fortalecer el aparato represivo del Estado, que blindará los próximos planes de hambre y miseria ante las futuras resistencias de las grandes mayorías”.
En “Somos Marea”, la significación del #NiUnaMenos, los Encuentros Nacionales de Mujeres y sus repercusiones hasta que el 3 junio de 2015 “el movimiento de mujeres trascendió los límites, conmovió la sociedad y convirtió a la violencia machista en una demanda popular (…) La cultura popular era puesta en el centro de la escena”.
La experiencia de lo colectivo seguía multiplicándose y como diputada de la Nación por el Frente de Izquierda “…decidimos presentar el Plan Nacional de Emergencia contra la Violencia hacia las Mujeres…” que como luego comenta “fue cajoneado” lo que pone de manifiesto que en la Cámara de Diputados de la Nación el doble discurso sigue siendo moneda de cambio, porque “adherían a la manifestación para ir a favor de la corriente (…) Pero no estaban dispuestos a asignar los fondos presupuestarios…”.
Zurda, recoge algunas de las múltiples luchas no solo en Argentina donde el disparador está puesto en el Cordobazo de 1969 y otorga sentido a aquello que siempre aparece como episódico, aislado o ninguneado con eso de “era otra época”, como para restarle valor; también y en paralelo otros acontecimientos de carácter internacional; nombres como Karl Marx, León Trotsky, Simone de Beauvoir, Walter Benjamin, Osvaldo Bayer, dicen presente, entre otros, en los apuntes de Bregman.
Los apuntes se van entrelazando con preguntas y reflexiones que encadenan los hechos de nuestra historia reciente y una fuerte interpelación a nuestro presente, el problema del hambre, la pobreza y el desempleo y la propuesta de “una economía planificada democráticamente por el mismo pueblo trabajador…”; la jornada de 6 horas de trabajo para que haya pleno empleo.
No falta la crítica al peronismo que siempre se reconstruye sobre un “general, un caudillo, una figura carismática”; y claro, ahí está la contradicción porque al mismo tiempo dice que representa a los trabajadores que son la columna vertebral del movimiento, que curiosamente nunca conducen.
Seguir con este artículo sería spoilear un libro que hay que leer, sobre todo, como dice la autora, la juventud, aunque me permito ampliar el futuro público lector y recomendarlo para lxs que no entienden “qué es ser de izquierda”, es un texto de lectura ágil pero que mueve a la reflexión permanente y a examinarnos junto a las preguntas que se van abriendo en el texto.
Me quedo como lector y de izquierda con eso de “…proponernos el desafío de construir un gran partido socialista…”, por lo que leí, desde lo colectivo y como es contrariamente al peronismo y más inclinado a la construcción de las recuperadas; sin generales, ni caudillos, ni figuras carismáticas. Es claro: sin patrones.
Imagen de portada: El Ágora Digital
Publicado en Huella del Sur 19-5-2025
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