Los mensajes desde el poder siempre intentan ser performativos, es decir crear un efecto en la recepción, de manera que cuando el resto del discurso se teje sobre dos o tres ideas-fuerza, se genera ilusión de verdad, lo dicho es verosímil.
El anarco-callejero y showman, hoy “el señor presidente”, se paseaba por las calles con una motosierra en mano preanunciando que sería él quien terminaría con “la casta”, lo mismo repetía en programas televisivos por los que aparecía una y otra vez.
Sucede que, a partir de su flamante investidura, “la casta” desapareció de su discurso performativo y verosímil, no porque de un plumazo la haya exterminado “el señor presidente”, sino porque por la propia alquimia capitalista, él se diluyó en ella.
La idea de “terminar con la casta”, funcionó como idea-fuerza para millones que creyeron en el verosímil del discurso de campaña.
Recordamos que el concepto de verosímil hace que un relato sea “creíble”, no verdadero; puesto que significa parecido a la verdad. Rápidamente podemos repasar otros embustes tales como el latiguillo menemista sobre “la revolución productiva”; la macrísima, “revolución de la alegría” y más cerca, las albertistas consignas “no se va a pagar la deuda, hasta que no se investigue” y “vamos a expropiar Vicentín”; son algunas de las frases sobre las que se montaron los discursos de campaña, todos dirigidos a la población como el que dice que “el ajuste lo va a pagar la política”, también de autoría de “el señor presidente”.
A propósito de los latiguillos menemistas, recomiendo la lectura de la nota de Alfredo Grande, compañero de ruta en este portal, Los chicos pobres que tienen tristeza.
Pero eso ya es historia, el hecho es que la variopinta casta está en los cargos (o en las sombras) del Estado. Luis Caputo, “el Messi de las finanzas”, según el verosímil macrista, como ministro de Economía, que ya puso en ejecución el feroz ajuste y la brutal devaluación qué impacta directamente sobre la mayoría de la población, es el mismo que nos dejó una deuda a cien años durante su estadía como funcionario del gobierno de Juntos por el Cambio, que la Auditoría General de la Nación (AGN) calificó como una emisión “poco transparente e ineficiente, que comprometió a generaciones futuras de argentinos”; pero nada lo detiene, en su tercer día en el cargo y a través de su ex socio en la consultora Anker Latinoamérica S.A., Santiago Bausili, actual titular del Banco Central (que todavía no detonó), se ofreció el Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal), cuestionado por distintos refrentes económicos, porque estaría siendo un instrumento de estatización de deuda privada de los importadores, que se estima en 30.000 millones de dólares (el déjà vu).
Simple, la economía del país está en las manos de una consultora, puesto que “el Messi de las finanzas” también se llevó de su emprendimiento privado a otros tres economistas. Nunca tan certera la nota publicada, a tres días de la asunción de “el señor presidente”, en este medio por nuestro compañero, Daniel Campione, bajo el título, ¿Arrasarán con todo?.
Mientras tanto, la otra idea – fuerza que sostiene “el señor presidente” es que Argentina fue “primera potencia mundial”, una idea que nos revelaría un pasado épico de finales del siglo XIX y principios del XX, genocidio roquista mediante, que nunca existió. Ya ni siquiera se trata del verosímil, sino de una falacia lisa y llana, tal como lo expone en su excelente artículo, nuestro nuevo colaborador, Gustavo Guevara.
Así las cosas, mensajes para la población en general y otros para la casta, en particular, como los posibles “salvadores” de una situación económica y social, que lejos de buscar soluciones para el conjunto de la población, se empuja hacia la agudización de la crisis.
Película que ya conocemos, la transferencia de recursos a los más ricos, textualizado literalmente por Guillermo Francos, a la sazón ministro del Interior, quien había sido designado, anteriormente, director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por el ex presidente, Alberto Fernández, además fue fundador del Partido Federal, junto a Francisco Manrique, ex ministro de Bienestar Social durante la dictadura de 1970 a 1973 (o sea, bien casta), que dijo: “El objetivo es quitarle al sector privado el peso del Estado, lo van a ver en los próximos días con algunos decretos y resoluciones. Tenemos que abrir la economía para que el sector privado haga, como dice el presidente, lo que deben hacer ustedes que es hacerse ricos”.
El plan está claro, ¿a costa de quiénes, van a hacerse más ricos los ricos? La cuestión no es, solamente, “sacarle el peso de Estado al sector privado” (impuestos), es entregarle el patrimonio público, lo que es de todos, lo común.
En esa línea, uno de los que se va a hacer más rico es Paolo Rocca, quien realizó la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner con su empresa Techint, proveedora de los caños y así benefició a su petrolera Tecpetrol en el aumento de la producción de gas. Sin embargo, no fue suficiente negocio como para votar a Sergio Massa, pues fue aportante en la campaña de Patricia Bullrich, en la primera vuelta y luego aportó por “el señor presidente” en el balotaje. Ahora decide los ministros y le pide (ordena) a Francos que “apure la reforma laboral”.
¡Combo perfecto, apropiación de lo público (Vaca Muerta) y mano de obra esclava!
En el orden internacional, con la misma lealtad que sus perros le brindan, “el señor presidente”, se alinea a la dependencia explícita, su declarado encolumnamiento con los Estados Unidos, manteniendo un gesto histórico de fidelidad imperial.
El cambio de postura internacional de nuestro país (¿o debería decir, de ellos?) en la Asamblea General de la ONU, con la abstención al apoyo a la resolución que reclamaba el “Alto el fuego humanitario en la Franja de Gaza”, Argentina integra el grupo de 23 países que “decidieron” esa opción, sobre la que reflexiona Guillermo Cieza en su breve y contundente artículo, en este Portal.
Dije “gesto histórico de fidelidad imperial”, porque “el señor presidente” siempre nombra a Juan Bautista Alberdi como uno de sus “héroes” máximos, quien dijo, ante la acción imperialista en la India: “…mis simpatías en esta lucha son todas por Inglaterra. El día que ella triunfare en la India, debería ser un día de fiesta, para todo el mundo cristiano. La mitad de nuestra prosperidad en Sud América depende de la Inglaterra y la libertad del mundo entero tiene en esa nación noble y brava, su más poderoso baluarte” (Viñas1995).
Es seguro que “el señor presidente”, acuerda con su ídolo histórico del siglo XIX, sobre el encantamiento que produce la acción invasora imperial para colonizar territorios, lo demuestra cuando declara sus simpatías por Margaret Thatcher, asesina de guerra en Malvinas.
En el mismo orden de vasallaje, la canciller Diana Mondino, respecto de la abstención en la ONU, dijo que: “Israel está actuando acorde al conflicto y al derecho internacional”, flagrante mentira sobre evidente genocidio palestino.
Es tan sintomático que mientras el gobierno argentino se abstiene de votar de manera afirmativa por la resolución del “Alto el fuego…”, “el señor presidente” estaba reunido con el embajador estadounidense, Marc Stanley, que fue acompañado por algunos funcionarios del Consejo de Seguridad de Estados Unidos. Tan curiosa la casualidad como que los enviados como representantes de ese país para el acto de asunción de “el señor presidente”, fueran “…la secretaria de Energía, Jennifer Granholm; Carlos Monje, subsecretario para Política de Transporte, y Andrew Light, secretario adjunto de Asuntos Internacionales, también del Departamento de Energía”.
¿Energía y transporte para un acto de asunción presidencial?
Entre otras cosas, la canciller Mondino había dicho, respecto del aumento de los precios, en un programa de televisión ante la pregunta de uno de los conductores sobre los aumentos de precios, que “no te hace falta educación, si no tiene plata en el bolsillo no va a comprar cosas muy caras…”, refiriendo, con el escuálido razonamiento, que de esa forma se frena el proceso inflacionario. Aunque parece que le falta un poco de educación a la canciller, que debería saber que quien no tiene plata en el bolsillo, no compra ni cosas caras, ni baratas. ¡No compra! ¡No come!¡Se enferma!
Como nota de color es importante repasar que es la misma Mondino, que tiene su nombre y el de su marido, Eugenio Pendas, vinculado “al ex Banco Integrado Departamental (BID), un banco cooperativo de Venado Tuerto, y el llamado «fraude bancario más grande de la historia argentina»”.
Hasta aquí tenemos una consultora haciéndose cargo de la economía argentina, como si el país fuera un fondo de inversión similar a Black Rock donde lo importante es aumentar las ganancias de los “inversores” a como dé lugar, a lo buitre, si fuera necesario. Si se me permite, esa parece ser la lógica, cuando el ministro del Interior le asegura a los millonarios ser “más ricos”, lo que nos deja como resultado que, por un lado, todos los demás seremos más pobres y por otro, los millonarios no tendrán riesgo en este sistema dispuesto por “el señor presidente”.
No sólo se trata de consultoras, también la Educación está en manos de fundaciones, tanto que el propio ex ministerio, ahora secretaría, tiene sus “gerentes” en fundaciones.
De hecho, el flamante secretario, Carlos Torrendell, de quien hemos hablado en un artículo anterior, donde repasamos su procedencia, su actuación y su ideario, lo que nos conduce, inexorablemente, a la privatización del sistema.
Y no es exageración, si descubrimos que su primer aparición pública-privada fue hace unos días en el XVI Foro de Calidad y Equidad Educativa organizado por la fundación Educar 2050, donde planteó los problemas del sistema como si se tratara de una cuestión psicoanalítica que tiene que ver con el “miedo”, relacionó los procesos de sanación personal con la innovación educativa, para concluir que “en definitiva la innovación y la mejora es un proceso de sanación (…) Ningún sistema educativo, ninguna política, ninguna escuela va a mejorar si tenemos miedo”. Y así sugiere el libro “Trust in Schools” (“La confianza en las escuelas”), del sociólogo estadounidense Anthony Bryk, para señalar que “en las escuelas donde hay confianza, la gente aprende más”. El sociólogo estadounidense, está vinculado a la elitista Universidad de San Andrés.
Resulta, a priori, incómodo para quien ha pasado 30 años en el sistema público de educación, primero que un funcionario, con un rango máximo, hoy secretaría, no haga su primera aparición pública en alguna de todas las universidades nacionales que dependen de su cartera, o en alguna de los miles de escuelas públicas que hay en todo el país.
Es decididamente un problema de “miedos”, por los que un secretario de educación de la Nación, se refugia en una de las ong que más incide en los procesos de endoprivatización educativa, pruebas estandarizadas y “revisión” de la carrera docente, incluso con algunos de sus miembros que se han desempeñado como funcionarios para asegurar la incidencia de las políticas que promocionan, siempre alineadas con los mandatos de los organismos internacionales, de los que también reciben “cooperación”.
La visión del nuevo secretario pone, como lo promocionan las políticas internacionales y las fundaciones y ong parasitarias, el problema de la crisis en las escuelas, por ende en los docentes que tienen “miedo a innovar”, reduciendo la problemática a una cuestión particular.
El Foro tuvo lugar en la sede de la Fundación Telefónica de la cual fue Ceo, el titular de Educar 2050, Manuel Álvarez Trongé. Allí tuvo su “bautismo” Carlos Torrendell, quién en su disertación, además de hablar de no tener miedo y que la innovación es un proceso de sanación, propuso trabajar sobre las “buenas prácticas” educativas; otro concepto tomado del diccionario de eufemismos neoliberales, donde también se establecen “las buenas prácticas agrícolas” (mientras nos fumigan con pesticidas), o las “buenas prácticas empresariales” (mientras nos despojan con los aumentos de precios y la apropiación de territorios físicos y simbólicos).
La Educación pública es uno de los territorios donde las “buenas prácticas del mercado” han desembarcado e invadido para definirla según sus intereses.
Así como el territorio público de la Ciudad de Buenos Aires, fue perdiendo espacios por las “buenas prácticas del mercado inmobiliario”, también sus plazas fueron enrejadas después de diciembre de 2001 como “buena práctica del Estado disciplinador”.
De la misma forma se “enreja” el derecho a la protesta, a peticionar a las autoridades, a la huelga, todos derechos conculcados por la pedagogía del sheriff, ahora llevada a cabo a través de un protocolo arbitrario, discrecional e inconstitucional, presentado por la ministra de (in) Seguridad, Patricia Bullrich, que frente a la inminente marcha del 20 de diciembre, convoca a “quedarse en casa”, al mismo tiempo, que en el mismo tono de su tristemente célebre y dipsómana frase, “el que quiera andar armado que ande armado”; espetó, “ Ese día se quedan en su casa o vayan a realizar un trabajo. Que vayan a hacer lo que tienen que hacer en vez de marchar”.
El protocolo que habilita la impunidad de la acción de las fuerzas de seguridad tuvo un fuerte rechazo a nivel nacional e internacional, ya está en la relatoría de la propia ONU que entiende sobre los derechos de libertad de reunión y asociación, el propio relator, Clement Nyaletsossi Voule expresó: “Estoy recibiendo informes muy preocupantes sobre un anuncio presidencial que criminaliza la protesta pacífica y otorga poder ilimitado a las fuerzas del orden para el uso de la fuerza. Silenciar voces disidentes no es la respuesta para resolver las crisis sociales”.
Lo evidente es que “el señor presidente”, privatiza el gobierno con una consultora a cargo de la Economía; la colonialidad manifiesta en Cancillería; fundaciones y ong en la Educación y el delirio represivo en (in)Seguridad.
Estamos en pleno proceso de aplicación de la “doctrina del Shock” y las furias desatadas del “capitalismo salvaje”, como tan bien describió Naomi Klein. Lejos del anarco-capitalismo, “el señor presidente” intenta construir un Estado vigilante, en el que, parafraseando a Noam Chomsky, “la democracia es empresarial, sin la intervención de la chusma inoportuna”.
Digresión final
Vaya mi humilde homenaje implícito a la excelente novela de denuncia social del escritor guatemalteco y premio Nobel, Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente.
Darío Balvidares
Publicado en tramas.ar el 18-12-23
Imagen destacada: Perfil
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