A nadie se le escapa el rol de soporte que representó la tecnología en la época dura de la pandemia, especialmente en la centralidad vincular entre docentes y estudiantes, al mismo tiempo que mostró la escasa inversión realizada por los gobiernos (nacional y provinciales) en términos de conectividad, lo que evidenció también, la desigualdad.
Aún ante el desalentador panorama, en esos duros tiempos del COVID, fueron lxs docentes lxs que “innovaron” en sus prácticas para sostener, desde una pc, netbook, tablet o teléfono celular, la relación con lxs alumnxs y sus familias, al mismo tiempo que el esfuerzo sostenido por los maestrxs y profesorxs mostraba las precarias o nulas inversiones gubernamentales, mientras los gigantes tecnológicos registraron entre un 10% y un 40% de incrementos en sus ganancias en 2020, respecto de 2019.
Docentes y trabajadorxs de la salud, tuvieron su momento efímero de entronización social, para luego volver a caer en la estigmatización ejercida por las campañas oficiales de desprestigio a cargo de funcionarios y empresas periodísticas del establishment; sobre todo, cuando tienen la ocurrencia de manifestar por sus derechos, reivindicaciones salariales y condiciones laborales frente al ajuste económico.
Y de las campañas de desprestigio al uso de la represión estatal aplicando todo su dispositivo policial para disciplinar e imponer la pedagogía de la obediencia,incluso con detenciones ilegítimas y con el aparato judicial ordenando los descuentos de los días de huelga.Como sucedió, hace un par de días, en la provincia de Salta del recientemente reelecto, gobernador Gustavo Sáenz que, tras el resultado del escrutinio, había dicho “que se puede opinar distinto”; aunque a la luz de los brutales acontecimientos, no lo parece.
El caso de Salta es uno más de la represión sufrida por el conjunto de la docencia a lo largo y ancho del país; práctica política que iguala a funcionarios del Frente de Todos con los de Juntos por el Cambio, como lo manifestó la represión sufrida por lxs docentes en Corrientes, gobernada por Gustavo Valdés (JxC) en abril pasado.
La propaganda de desprestigio docente responde, no sólo a las problemáticas que se circunscriben a cuestiones meramente gremiales, sino a desdibujar su protagonismo de la enseñanza y efectuar su remplazo, tan paulatino como constante, por las tecnologías del aprendizaje, paquete incluido en las EdTech o tecnologías de la educación, que reducen la acción de enseñar a la de “facilitar”.
¡La obsolescencia de la relación pedagógica in praesentia ha sido declarada, la pandemia aceleró el proceso!
El mandato del cambio del paradigma educativo basado en las competencias que impulsa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), tal cual como lo venimos sosteniendo desde hace muchos años, se cumple con distintas temporalidades y diversidad de matices a nivel global, regional y local, pero se cumple. Lo que lleva directamente a apurar las reformas curriculares (como viene sucediendo en varias provincias y en la Ciudad de Buenos Aires).
OCDE, ha elaborado su imperativo futurista con La brújula del aprendizaje 2030, un instrumento que define el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores que los estudiantes necesitan para alcanzar su potencial y contribuir al bienestar de sus comunidades y del planeta, según su propia página web.
Ya habíamos hablado en otros artículos sobre el objetivo que persigue la educación por competencias y que tiene que ver con lograr la performatividad económica de lxs estudiantes en función de su desarrollo personal en un mundo competitivo, donde la productividad, la adaptabilidad y la flexibilidad son una parte importante de la garantía de “éxito” que el diseño neoliberal planetario augura a través del proyecto de Educación 2030 de la OCDE, solapando con total impunidad, que es el adiestramiento estandarizado de lo que definieron como la “demanda futura” de capital humano para “trabajos que aún no existen”.
“Trabajos que aún no existen” y “demanda futura”, construyen ambas afirmaciones un sofisma que permeabiliza la generación de reformas curriculares basadas en competencias y vaciadas de contenido, lo que reduce la educación del futuro a un instructivo para la empleabilidad.
Por otra parte, no hay que perder de vista que la pandemia aceleró los procesos de privatización y tercerización de la educación a través de los sistemas de gestión de aprendizajes con novedosas plataformas para el logro de los estándares, con vistas a los objetivos 2030, aplicando mecanismos de evaluación continua.
La masificación de “plataformas educativas” establece una forma distinta de relación entre pares, entre docentes y estudiantes, etc., pero lo que debe ser escudriñado bajo la lupa crítica es la nueva impronta que se diversifica en ese nuevo sistema de relaciones mediatizadas.
En principio, las reformas curriculares se focalizan en la adaptación a las nuevas “herramientas”, los tiempos pedagógicos dejan de estar circunscriptos a la escuela y como consecuencia se distiende la relación docente-estudiante /enseñanza-aprendizaje y se configura un proceso de sustitución por las tecnologías del aprendizaje en la medida que la presencialidad disminuye.
La Ciudad de Buenos Aires acaba de presentar el Modelo Híbrido como propuesta pedagógica para 4º y 5º año de las escuelas secundarias. Modelo que “combina estrategias de enseñanza presencial con estrategias de enseñanza virtual, que se conforma en sí como una metodología de enseñanza, aprendizaje y evaluación”. Con este modelo lxs estudiantes tendrán divididos los tiempos en 70% presencial y 30% virtual por cada materia.
¿El gobierno de la Ciudad evaluó su capacidad de que la aplicación del modelo híbrido no acentúa las desigualdades del estudiantado, en función de la conectividad, calidades de equipos digitales, temporalidades frente a la pantalla, etc.? Tal vez esta pregunta se vaya contestando con el avance de las propias prácticas.
El progreso actual del modelo de tecnologías del aprendizaje expresa en sí mismo una trama de relaciones de las que emergen claras posiciones ideológicas que impone el capitalismo cognitivo y una de sus extensiones, el capitalismo de plataformas.
Veamos una pequeña muestra; el 12 de agosto de 2020 Google for education, anuncia la promoción de la educación a distancia para América Latina y las alianzas con diferentes países de la región.
El 30 de septiembre del mismo año, Google hace público su apoyo desde su “rama filantrópica” a la red Teach for All, de la que hemos hablado en varias oportunidades como uno de los faros del enclave global de la reforma, que ejecuta las políticas que impone la OCDE, con financiamiento de la banca internacional, fundaciones empresariales y corporaciones de negocios; además con penetración cultural a través de sus subsidiarias. Enseña por Argentina, Enseña Chile, Enseña por México, Enseña Perú, Enseña por Colombia.
El apoyo de Google a la red de ong dependiente de Teach for América implica que “Teach for All se asociará con los gobiernos locales y trabajará con organizaciones del sector público y privado para crear contenido educativo para radio, televisión y materiales instructivos impresos para permitir el aprendizaje remoto en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú”. En la Argentina esas asociaciones público/privadas se realizan desde hace muchos años.
La separación de los docentes de sus herramientas didácticas y pedagógicas implica un desplazamiento a las tecnologías del aprendizaje que se generan fuera de las escuelas. La ongeinización corporativa y los gigantes tecnológicos junto a los organismos internacionales (OCDE, Banco Mundial, UNESCO, BID) no solo enmarcan e impulsan lo que llaman “la educación del siglo XXI”, sino que están declarando la obsolescencia docente y escolar, además de vulnerar uno de los objetivos principales de la escuela: la socialización de las subjetividades y del conocimiento.
El “capitalismo de plataformas” – noción que da el título al libro de Nick Srnicek– funciona como correlato de la ansiedad privatizadora de expansión capitalista, que necesita nuevos mercados para enfrentar su propia crisis, conduce a la deshumanización educativa. De hecho, un estudiante frente a la plataforma, se constituye como en un “usuario” que utiliza un programa que brinda un “servicio”; mientras esto sucede, una posmoderna versión del extractivismo emerge, la de los datos que produce durante su “navegación”.
En esa realidad virtual lxs estudiantes son importantes en tanto usuarios generadores de data, de esta manera cada escuela se convierte en un repositorio de miles de millones de datos que una vez extraídos y clasificados están listos para entrar en el proceso de monetización; además, entre otros de los puntos importantes está la cuestión ética, la posible vulneración de la intimidad de lxs estudiantes surgida por la extracción de los datos producidos que se transforman en información.
Podemos ilustrar con InBloom, que fue un proyecto financiado con U$D 100 millones de la Fundación Gates destinado a recopilar datos sobre estudiantes en los Estados Unidos, comenzó en 2013 y se canceló en 2014 porque suscitó la sospecha y preocupación por la privacidad de lxs estudiantes. Sin embargo, las empresas digitales continuaron penetrando en la educación a partir de promocionar sus proyectos como servicio público y no como un proyecto de recolección de datos, tal como lo explica el muy buen artículo de Larry Kuehn.
Siguiendo a Srnicek, en la restructuración capitalista las nuevas formas de acumulación se forjan en las nuevas tecnologías que presuponen nuevas formas de organización, nuevos modos de explotación y nuevos mercados. Bajo esas premisas, la educación es otro de los nichos en el que el capitalismo encuentra la amplificación para la extracción de la singular materia prima, los datos y la herramienta de succión y reorganización, las plataformas.
Para finalizar, la problemática que planteamos aquí no es contra la tecnología y mucho menos contra los avances tecnológicos, sino contra la nueva clase propietaria de la información; contra los usos de la tecnología; contra las prácticas monopólicas y contra la acriticidad y servilismo de los gobiernos y ministerios de educación en la adopción de modelos experimentales que se imponen en las reformas curriculares que reconfiguran las conductas escolares hacia futuro de programación global, en el que la lógica de la eficiencia desplaza el conocimiento a los confines inciertos de la Inteligencia Artificial, relegando a la mayor parte de la población a instruirse en un número impreciso de desarrollo de capacidades que, paradójicamente, representarán la especificidad de sociedades sin atributos.
Publicado en tramas.ar 1/6/2023 EdTech, la avanzada privatizadora y capitalismo de plataformas
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