Pedagogía de la ceguera
Por Darío Balvidares*
La sostenibilidad de la Deuda ya tiene media sanción de diputados, Juntos por el Cambio (responsable de la
masacre económica y social) vota con el oficialismo del Frente de Todos, en
unanimidad, la legitimación del pago de un dinero que el conjunto del pueblo
argentino nunca vio concretado en ningún área y del que siempre nos tenemos que
hacer cargo de pagar con ajuste y precarización de la vida.
El actual oficialismo, hasta hace 50 días oposición, encuentra como
camino “honrar la deuda externa”, con los llamados fondos buitres, la
corporación bancaria y el Fondo Monetario Internacional al igual que su
antecesor (para no ir más atrás, porque se encontrarían con ellos mismos y en
la paradoja temporal eso es peligroso – ver cualquier versión de Volver al Futuro -) fijan los tribunales para el caso de
cualquier litigio en el extranjero.
Mientras en la calle, partidarios de izquierda junto a autoconvocados
peticionaban por el no pago de la Deuda Ilegal, Fraudulenta y Odiosa, dentro
del recinto Todos Juntos, menos dos representantes que votaron
negativamente y una abstención, acordaban con el proyecto, que le otorga al
ejecutivo la discrecionalidad de la negociación sin que pase por el lugar donde
estaban sesionando.
Una de las críticas de los que hoy componen el Frente de Todos, antes
de ser oficialismo, al entonces (des)gobierno de Cambiemos, era justamente la discrecionalidad
que había tenido respecto de los manejos con la deuda y el endeudamiento, porque
entre otras cuestiones se habían tomado la atribución de saltear al Congreso,
siendo que ese tema es de su competencia. Pero ahora estaría bien, porque le
mostraría a la corporación acreedora (buitres ampliado) el aval del arco
político, menos la izquierda.
El lema ya no será el de “Unidos o Dominados”, sino “Estamos Unidos para estar Dominados”. Porque,
otra vez, se está legitimando el fraude que es la Deuda Externa, antes con los
megacanjes, los canjes, los pagos seriales y ahora con el endeudamiento a 100
maños, probado y denunciado, no sólo por la Izquierda, sino por el propio
oficialismo cuando hace 50 días era oposición. Incluso, para ilustrar solo hay
que googlear y ver, por ejemplo, un cable de la agencia Télam de 2014, cuyo
título decía: “Toussaint: "La deuda argentina es ilegal, ilegítima, odiosa e
insostenible
El economista francés y
presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, Eric
Toussaint, explicó que "fue contraída durante muchas décadas en nombre de
políticas nefastas contrarias al interés de la mayoría del pueblo"[1].
De esa charla – debate participaron los entonces diputados Carlos
Raimundi (Nuevo Encuentro) y Héctor Recalde (Frente para la Victoria) y la
economista, hoy diputada del Frente de Todos y también presidenta de la
Comisión de Finanzas, Fernanda Vallejos, que sentenció en aquel debate: "No hay dudas de la ilegitimidad de la deuda,
por su origen mismo". Casi un testimonio de la Izquierda; pero después
hay que ser peronistas y pagar con los dineros públicos que no van ni a
educación, ni a salud, ni a vivienda, van a los mismos buitres de siempre. La colonialidad del poder se impone de la mano
de la pedagogía de la obediencia.
Recomiendo la lectura del cable de Télam (citado en este artículo)
porque esa exposición se dio en uno de los salones de la misma Cámara de
Diputados donde hoy Todos Juntos (menos la Izquierda) votaron la “sostenibilidad de
la Deuda” y los poderes ministeriales.
Sin embargo… y espero que no se ofenda…
También, antes de la sesión, el periodista Fernando Borroni,
columnista del programa “La Mañana”[2]
que conduce Víctor Hugo Morales, encontró la oportunidad para criticar a la
Izquierda por haber adelantado su negativa a votar positivamente (cuestión que
poco más tarde se refrendó en la Cámara) el
proyecto de sostenibilidad, legalidad, legitimidad y honroso de la Deuda Espuria.
Es decir que lo que critica es la coherencia de la Izquierda a la que rotula de
testimonial, justamente, por mantener sus posiciones políticas e ideológicas
respecto de la usura nacional e internacional a la que los distintos gobiernos
han alimentado contra los intereses colectivos de las mayorías.
Otra curiosidad, usted, Borroni, dice que ve fotos de dirigentes de la
oposición y el oficialismo con abrazos y besos y reflexiona: “…Está bien, que sé yo…”. Claro que
también quiere saber qué rumbo tomará el
gobierno y en ese querer saber, se pregunta por “…si en la Argentina es la política quien conduce a la economía o los
grupos económicos conducen a la política…”. Son los grupos económicos los
que conducen a la política y ha sido así desde 1810, estimado Borroni.
Otro de los conceptos que siempre aparecen cada vez que asume un
gobierno es el de la “esperanza”, que usted también articula en su columna;
pero no hay mucho tiempo, en realidad, no hay tiempo, los niños wichi que
mueren por desnutrición en Salta, la provincia que estuvo gobernada por otro
peronista como Juan Manuel Urtubey, ahora en España, es una prueba más de la
urgencia. Pero es moneda corriente que los originarios sean invisibilizados por
todos los gobiernos, despojados de sus tierras para desmontar y poner el
“futuro” transgénico con la muerte y la enfermedad aseguradas.
O los Pueblos Fumigados, para no apartarnos del ejemplo, dónde los
enfermos de cáncer y de enfermedades respiratorias se acrecientan todos los
días desde hace 30 años, sin embargo no aparecen las políticas que frenen estos
genocidios silenciosos, más bien los promueven. Urdinarrain, Entre Ríos, el
pueblo más contaminado del planeta. Jáchal, San Juan, envenenado con la cianurada
actividad minera de la Barrick Gold, que se ve beneficiada por la baja de
retenciones.
Apenas breves ejemplos de cómo los grupos de poder consumen vidas para
optimizar ganancias y mientras eso ocurre, usted le recrimina a la Izquierda la
testimonialidad. No es la Izquierda el problema, Borroni, son los grupos
económicos, las corporaciones, que
manejan la política.
Otro
ejemplo, en el mismo sentido, lo muestra
uno de los esclarecedores artículos de los excelentes que tiene el periodista
Darío Aranda.
“Un hecho que ningún sector político jamás
se animó a abordar en la concentración de tierras. Y eso favorece a los más
grandes. El CNA confirma con datos lo que campesinos, indígenas y académicos
críticos denuncian desde hace décadas: el 1,08 por ciento de las fincas
(2473) concentra el 36,4 por ciento de la tierra (57 millones de hectáreas). Se
trata de las propiedades de más de 10.000 hectáreas.
En el otro extremo, las chacras
más pequeñas (menos de 100 hectáreas) representan el 54,6 del total de las
explotaciones agropecuarias (125.023 fincas), pero tienen solo el 2,25 de la
tierra (3,5 millones de hectáreas). Argentina experimenta una reforma agraria
pero al revés, donde muy pocos (el 1,08 por ciento) tiene demasiado. Y donde la
mayoría (el 54,6 por ciento) tiene muy poco”[3]
¿No será este uno de los entramados políticos históricos para resolver
de una vez por todas en el siglo XXI, la concentración de las tierras? ¿No
sería ésta una de las soluciones a los problemas del hambre? ¿Junto a otras
medidas como la de abandonar el paradigma agroenvenenador y reemplazarlo por la
cultura de la agroecología?
¿Acaso no les mueve el amperímetro a los funcionarios de hoy, (que
muchos fueron los de antes de ayer) que 107 plaguicidas prohibidos en el mundo
se usen en la Argentina?[4]
Provocando el envenenamiento constante de la población, destruyendo los
nutrientes de la tierra y contaminando el agua?
¿Y qué de la fuga de dólares, de las cuentas off shore, de los Panamá
Papers, de los Paradise Papers? ¿De las rentas extraordinarias de las empresas
privatizadas?
¡Por supuesto que es la Derecha la que estimula y promueve el saqueo
constante, la represión, la muerte!
La rebelión del pueblo chileno, del pueblo colombiano, del pueblo ecuatoriano, la resistencia al
golpe en Bolivia, la protestas en
Francia, los asesinatos de Trump.
En fin todo lo que usted ya sabe, Borroni, son los signos de que no se
puede seguir cegando desde lenguajes progresistas, que siempre terminan
haciéndole el caldo a la Derecha y/o complaciendo (con nuestros dineros
públicos) los bolsillos privados de la
corporación.
El problema es el capitalismo como generador de la “cultura represora”
en todas sus manifestaciones, como magníficamente desarrolla en su libro
Alfredo Grande[5].
No es lógico, Borroni, que usted en el siglo XXI, critique a la
izquierda por derecha a la que dice confrontar.
La Izquierda estuvo en las calles, en las luchas junto a los
trabajadores que se quedaban sin empleo durante el gobierno ceocrático; contra
la reforma previsional, mientras que a la CGT peronista había que cantarle… “Poné la fecha la…” para que hagan un
paro, la misma que ahora le brinda el apoyo al Presidente Alberto Fernández. No
son de fiar, Borroni, usted lo sabe.
Sin embargo es más fácil tildar a la Izquierda de testimonial. ¿Qué le
achaca, ser coherente?
¿Acaso no es una contradicción?
De manera peyorativa, usted dice que “…el negocio de la izquierda partidaria es ser siempre oposición para
poder sostener el único discurso medianamente vendible que tienen, que todos
son lo mismo menos ellos…”
Usted mismo, Borroni, sostiene que la “política no puede convivir en el ‘ni’ (…) si toda la dirigencia
política, oposición y oficialismo nos paramos en el ‘ni’ o nos paramos
simplemente en los gestos, nos quedamos a mitad de camino, los gestos no son la
política, puede que sea la foto, estamos en un contexto donde necesitamos ver la
película, las fotos alegran, las fotos seducen, pero las fotos no cuentan una historia, la
película quizás sí…” Eso dijo en su columna.
Vincular a la izquierda con hacer un “negocio” de la oposición y con
sostener un discurso “vendible” es propio de un discurso de mercado, lo hubiera
entendido de algún comunicador “gorila”, pero no de un progresista.
Respecto de la foto, usted mismo explicita su disconformidad con ese
acercamiento fotogénico que de alguna manera, disuelve… cómo decirlo… impunidades.
Y peticiona “ver la película”. Pues
bien, justamente es la Izquierda, los “ellos”, como los nombra en su columna,
los que siempre muestran “la película”, los que dejan el “testimonio” de la
película completa, que vuelve a repetirse en la mascarada de “volver al
futuro”.
Si todos juntos votan lo
mismo, la izquierda seguirá “filmando” para mostrar lo que se intenta cegar. La
famosa justicia social no se logra repitiendo
el eslogan doctrinario, sino con la ruptura del paradigma, cuestión que me
parece muy difícil con los mismos nombres, aunque sean distintos los tiempos.
Último ejemplo, la izquierda acompañó el proyecto de retrotraer las
tarifas de los servicios, que habían presentado los que ahora componen el
Frente de Todos.
¿Ahora que son gobierno, las retrotrajeron? La respuesta es no, las
congelaron por un tiempito, dando lugar a las ganancias obscenas de las
empresas privadas de siempre, porque
romper el paradigma sería un acto revolucionario que no está en los planes de
este gobierno de la década del ‘20 del siglo XXI, aun sabiendo que la energía
es el principal motor de cualquier actividad económica. Así como los créditos
UVA, para la vivienda, negocio carnavalescamente obsceno de los bancos y una
tragedia para los tomadores, que con un maquillaje de pagar un poquito menos,
porque se refinancia a más plazo, continúan siendo estafados.
Si ser testimonial, espero que no se ofenda Borroni, es decir la
verdad de los acontecimientos políticos siempre y eso está en el ser de la
Izquierda, bienvenida la película, alguien la tiene que contar, alguien tiene
que poner el cuerpo, alguien estará en las calles, alguien que no se desdiga de
lo que dijo y vuelva a desdecirse o a ocultar en la continuidad que propone la
pedagogía política de la ceguera de los partidos del establishment. Y ese
alguien son movimientos sociales, colectivos de trabajadores/as; asambleas
contra la megaminería, asambleas por el agua, contra los agrotóxicos, etc. etc.
etc… y la izquierda que cuenta la película y acompaña esas luchas.
Lo importante no es la “sostenibilidad de la Deuda”, es justamente lo
contrario, es no pagar el fraude, el robo y el saqueo con más hambre y más
precarización de la vida.
El problema no es el pensamiento de izquierda, probablemente sea la
solución. Y los llamados progresismos
paliativos, alguna vez deberán definir un lugar o navegarán, como siempre,
hasta el próximo hundimiento producto de su propio “ni”, como bien lo señaló usted, en su columna, Borroni.
* Darío Balvidares. Profesor y Licenciado en Letras (FFyL-UBA).
Fue docente durante 30 años y Rector de la Escuela de Comercio 3, Hipólito
Vieytes (CABA). Como investigador es autor de “La educación en la era
corporativa, la trama de la desposesión”. Herramienta Ediciones y Contrahegemonía
Web (2019) CABA. Con prólogo de Alfredo Grande y Andrea Arrigoni. Y del ensayo
“La novela educativa o el relato de la alienación” Redes Cultura (2005) CABA.
Con prólogo de Osvaldo Bayer. Además de otros tantos trabajos y artículos
publicados en Contrahegemonía Web; Rebelion.org y Otras Voces en Educación. Es
Productor periodístico y columnista del programa radial “La Deuda Eterna” que
se emite por radio La Retaguardia.
[5]
Alfredo Grande. La cultura represora y la revolución. Fundación Pelota de
Trapo. Talleres Gráficos Manchita. Buenos Aires 2018