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martes, 7 de mayo de 2019


De la reforma educativa y el imperativo colonial tecnológico
por Darío Balvidares*
En tiempos en que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires la Feria del Libro, todo espacio es bueno para que los agentes “pedagógicos” de la reforma  diserten sobre los por qué de los “malos resultados” de la educación pública y el importante aporte de las bondades de la tecnología, es decir, de los servicios educativos digitales.
Cabe una pregunta: ¿Por qué durante el evento  del  libro, esos referentes  asociados al “cambio” reformista y absolutamente empeñados en la “renovación”, desarrollan su visión apocalíptica de la educación pública en TICMAS?
Porque “TICMAS es una plataforma modular que acompaña a estudiantes, docentes e instituciones educativas en la transformación digital, brindando contenidos y herramientas de aprendizaje” (según su propia página web)[1].
También podemos pensar en que las charlas se dan en ese espacio para promocionar los libros digitales, lo que sería de alta ingenuidad.
Para ilustrar el artículo sólo diremos que entre otros disertantes pasaron por allí Mariano Narodowski, ex ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires y Guillermina Tiramonti, que fue directora del Programa “Buenos Aires hace escuela” y coordinadora del Consejo de la Dirección de Formación Docente Continua en la Provincia de Buenos Aires entre 2016 y 2018. Ambos participan del Observatorio Argentinos por la Educación, fundado por el ceo de Despegar.com y otros ceos empresariales.
La corporación empresarial junto a los pedagogos (funcionarios-funcionales) definen las políticas de aplicación de la reforma siempre desde un discurso confrontativo y deslegitimador con los docentes, incluso la mirada peyorativa sobre los pobres que sus propias políticas generan.
Dijo, entre otras cosas, el ex ministro. “La idea de que preparamos gente para trabajos que no existen es muy limitada. En Argentina, el 50% de los chicos está por debajo de la línea de pobreza. Para esos chicos, el futuro va a ser de un trabajo precario o trabajo popular o planes sociales o, en el peor de los casos, dentro de la economía del delito. Hay que acotar y ser claros[2].
Parece que para el exministro, la pobreza es una cuestión natural en la que la política tal vez sea hasta un detalle menor, y por supuesto, como es costumbre de los que hablan desde el espacio “cambiemos” el 50% de los pibes y pibas pobres (¡producto de sus políticas!) harán su devenir en el delito.
En principio, que el 50% de los chicos y chicas estén por debajo de la línea de la pobreza ¡es un delito!, perpetrado por los que son funcionarios del Estado.
Mientras condenan al 50% de los niños y niñas, dan charlas para promocionar el negocio digital en el sistema educativo del que ustedes son responsables y no los maestros.
30 años de reformas sobre reformas de las que ustedes y muchos más de la pléyade reformista han participado, incluso dando esos cursos y seminarios de capacitación, para después continuar diciendo que “los docentes son del siglo XX y las escuelas del siglo XIX y los alumnos del XXI”.

El discurso siempre es peyorativo, dice la ex directora de Programa: “La Argentina tiene un docente cada 12 alumnos. Pero si ustedes van a una escuela de cualquier tipo, eso no es así. Se pagan tres docentes por cada docente que está en el aula. Eso se llama oscuridad presupuestaria. No hay transparencia en qué gastamos la plata[3].
Otra vez el falso argumento del 3x1, para después dejar abierto el camino para hacer desaparecer el régimen de licencias. Pero la pregunta sería: ¿Dónde va la plata? Porque en la provincia, donde usted fue funcionaria, murieron un docente y un auxiliar y hubo que cerrar cientos de escuelas por no estar en condiciones estructurales, para no abundar.
¿Dónde va la plata? Cuando se realizan convenios por miles de pesos, cuando no millones, con ong y fundaciones privadas de las que participan casi todos los reformadores, a las que se les paga del erario público, ahí va la plata.
La “oscuridad presupuestaria” es justamente porque la plata no va a dónde tiene que ir, sino a negocios de servicios digitales, que ustedes promocionan, sin que haya mínima infraestructura para para el funcionamiento del sistema eléctrico básico en todas las escuelas.
El negocio de la exoprivatización educativa es el que inscribe la “oscuridad presupuestaria”, el entramado corporativo/pedagógico/ministerial promociona la doble vía: negocio, por una parte;
colonialidad educativa, por la otra.

PUNTO APARTE
La educación digital no se define en las aulas, en las aulas se ejecutan los contenidos digitalizados. La corporación empresarial ha devenido en la orientadora de las nuevas pedagogías como nuevo producto de mercado.
Decíamos que TICMAS se presenta como una plataforma digital de aprendizaje, pero en realidad es un potente negocio con penetración ideológica.
Veamos, el Grupo VI-DA[4] es el propietario de TICMAS, sin embargo, “a través de Omidyar Network, junto a Elevar Equity y The Rise Fund invierten en la empresa argentina Grupo VIDA para impulsar el lanzamiento la lectura digital y la educación (…) los fondos respaldarán el lanzamiento de TICMAS, una nueva plataforma educativa cuyo objetivo es brindar apoyo a profesores y estudiantes para fomentar la inclusión digital, el desarrollo de habilidades blandas y el aprendizaje basado en proyectos[5].
Como vemos, no se trata de una inocente plataforma digital donde aparecen inversiones millonarias en dólares porque los inversores padecen de filantropía aguda.
Por el contrario, si vemos, por ejemplo, quién es Pierre Omidyar, el titular de Omidyar Network, para muestras sobra un botón. Es nada menos que la fortuna 120° con un capital de 12.7 billones de dólares, dueño de empresas y copropietario de cadenas de resort según la revista Forbes[6].

DETRÁS DEL TRIUNFALISMO TECNOLÓGICO

En realidad la visión degradada de la escuela que ponen los reformadores, es la puesta en crisis necesaria para que pase la desposesión de los apropiadores de lo público, desposesión que comienza con la estigmatización de los que hacen la escuela pública, estudiantes y docentes, además de la imposición de una mirada ideológica que naturaliza los procesos de colonialidad y servidumbre educativa.
Es necesario, antes de cerrar este artículo, recurrir a Peter Mc Laren y su mirada desde la pedagogía crítica: “Los avances tecnológicos nos están integrando funcionalmente a los circuitos ideológicos y a los imperativos globales de la clase transnacional capitalista, instigándonos a desarrollar nuestras identidades de acuerdo a la transcripción oculta de la agenda neoliberal: crear ciudadanos consumistas que formen una clase compradora ciber ciudadana y actúen como centinelas que aseguren la promulgación de una mentalidad colonial[7]
Ya que estamos en el siglo XXI: ¿No deberíamos declarar obsoleto por falso, aquello de “combatir la pobreza” y proponer un nuevo objetivo que sea ¡combatir la riqueza! para que no exista pobreza, además de que la educación la decidan los educadores y no los ceos corporativos de la mano de los pedagogos de la reforma contaminante y extractiva?


*Profesor y Licenciado en Letras. Docente durante 30 años en la Escuela de Comercio 3  Hipólito Vieytes (CABA) de la que se retiró como Rector en 2015. Autor del Ensayo “La novela educativa o el relato de la alienación” (2005) con prólogo de Osvaldo Bayer  y  de numerosos artículos.
Publicado recientemente, “La educación en la era corporativa (la trama de la desposesión)” un esfuerzo conjunto de Ediciones Herramienta y el Portal Contrahegemonía Web.
Además es productor periodístico y columnista del programa radial “La Deuda Eterna”.







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