De la reforma educativa y el
imperativo colonial tecnológico
por Darío Balvidares*
En tiempos en que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires la Feria
del Libro, todo espacio es bueno para que los agentes “pedagógicos” de la reforma
diserten sobre los por qué de los “malos
resultados” de la educación pública y el importante aporte de las bondades de
la tecnología, es decir, de los servicios educativos digitales.
Cabe una pregunta: ¿Por qué durante el evento del libro,
esos referentes asociados al “cambio”
reformista y absolutamente empeñados en la “renovación”, desarrollan su visión
apocalíptica de la educación pública en TICMAS?
Porque “TICMAS es una plataforma
modular que acompaña a estudiantes, docentes e instituciones educativas en la
transformación digital, brindando contenidos y herramientas de aprendizaje”
(según su propia página web)[1].
También podemos pensar en que las charlas se dan en ese espacio para promocionar
los libros digitales, lo que sería de alta ingenuidad.
Para ilustrar el artículo sólo diremos que entre otros disertantes
pasaron por allí Mariano Narodowski, ex ministro de educación de la Ciudad de
Buenos Aires y Guillermina Tiramonti, que fue directora del Programa “Buenos
Aires hace escuela” y coordinadora del Consejo de la Dirección de Formación
Docente Continua en la Provincia de Buenos Aires entre 2016 y 2018. Ambos
participan del Observatorio Argentinos por la Educación, fundado por el ceo de
Despegar.com y otros ceos empresariales.
La corporación empresarial junto a los pedagogos (funcionarios-funcionales)
definen las políticas de aplicación de la reforma siempre desde un discurso
confrontativo y deslegitimador con los docentes, incluso la mirada peyorativa
sobre los pobres que sus propias políticas generan.
Dijo, entre otras cosas, el ex ministro. “La idea de que preparamos gente
para trabajos que no existen es muy limitada. En Argentina,
el 50% de los chicos está por debajo de la línea de pobreza. Para esos chicos,
el futuro va a ser de un trabajo precario o trabajo popular o planes sociales
o, en el peor de los casos, dentro de la economía del delito. Hay que acotar y
ser claros”[2].
Parece que para el exministro, la pobreza es una cuestión natural en la
que la política tal vez sea hasta un detalle menor, y por supuesto, como es
costumbre de los que hablan desde el espacio “cambiemos” el 50% de los pibes y
pibas pobres (¡producto de sus políticas!) harán su devenir en el delito.
En principio, que el 50% de los chicos y chicas estén por debajo de la
línea de la pobreza ¡es un delito!, perpetrado por los que son funcionarios del
Estado.
Mientras condenan al 50% de los niños y niñas, dan charlas para
promocionar el negocio digital en el sistema educativo del que ustedes son
responsables y no los maestros.
30 años de reformas sobre reformas de las que ustedes y muchos más de
la pléyade reformista han participado, incluso dando esos cursos y seminarios
de capacitación, para después continuar diciendo que “los docentes son del
siglo XX y las escuelas del siglo XIX y los alumnos del XXI”.
El discurso siempre es peyorativo, dice la ex directora de Programa: “La Argentina tiene un docente cada 12
alumnos. Pero si ustedes van a una escuela de cualquier tipo, eso no es
así. Se pagan tres docentes por
cada docente que está en el aula. Eso se llama oscuridad presupuestaria.
No hay transparencia en qué gastamos la plata”[3].
Otra vez el falso argumento del 3x1, para después dejar abierto el
camino para hacer desaparecer el régimen de licencias. Pero la pregunta sería: ¿Dónde
va la plata? Porque en la provincia, donde usted fue funcionaria, murieron un
docente y un auxiliar y hubo que cerrar cientos de escuelas por no estar en
condiciones estructurales, para no abundar.
¿Dónde va la plata? Cuando se realizan convenios por miles de pesos,
cuando no millones, con ong y fundaciones privadas de las que participan casi
todos los reformadores, a las que se les paga del erario público, ahí va la
plata.
La “oscuridad presupuestaria” es justamente porque la plata no va a
dónde tiene que ir, sino a negocios de servicios digitales, que ustedes
promocionan, sin que haya mínima infraestructura para para el funcionamiento del
sistema eléctrico básico en todas las escuelas.
El negocio de la exoprivatización educativa es el que inscribe la
“oscuridad presupuestaria”, el entramado corporativo/pedagógico/ministerial
promociona la doble vía: negocio, por una parte;
colonialidad educativa, por la otra.
PUNTO APARTE
La educación digital no se define en las aulas, en las aulas se
ejecutan los contenidos digitalizados. La corporación empresarial ha devenido
en la orientadora de las nuevas pedagogías como nuevo producto de mercado.
Decíamos que TICMAS se presenta como una plataforma digital de
aprendizaje, pero en realidad es un potente negocio con penetración ideológica.
Veamos, el Grupo VI-DA[4]
es el propietario de TICMAS, sin embargo, “a
través de Omidyar Network,
junto a Elevar Equity y The Rise Fund invierten en la
empresa argentina Grupo VIDA para impulsar el lanzamiento la lectura
digital y la educación (…) los fondos respaldarán el lanzamiento de TICMAS, una nueva plataforma
educativa cuyo objetivo es brindar apoyo a profesores y estudiantes para
fomentar la inclusión digital, el desarrollo de habilidades blandas y el aprendizaje
basado en proyectos”[5].
Como vemos, no se trata de una inocente plataforma digital donde
aparecen inversiones millonarias en dólares porque los inversores padecen de
filantropía aguda.
Por el contrario, si vemos, por ejemplo, quién es Pierre Omidyar, el
titular de Omidyar Network, para muestras sobra un botón. Es nada menos que la
fortuna 120° con un capital de 12.7 billones de dólares, dueño de empresas y
copropietario de cadenas de resort según la revista Forbes[6].
DETRÁS DEL TRIUNFALISMO TECNOLÓGICO
En realidad la visión degradada de la escuela que ponen los
reformadores, es la puesta en crisis necesaria para que pase la desposesión de
los apropiadores de lo público, desposesión que comienza con la estigmatización
de los que hacen la escuela pública, estudiantes y docentes, además de la
imposición de una mirada ideológica que naturaliza los procesos de colonialidad
y servidumbre educativa.
Es necesario, antes de cerrar este artículo, recurrir a Peter Mc Laren
y su mirada desde la pedagogía crítica: “Los
avances tecnológicos nos están integrando funcionalmente a los circuitos
ideológicos y a los imperativos globales de la clase transnacional capitalista,
instigándonos a desarrollar nuestras identidades de acuerdo a la transcripción
oculta de la agenda neoliberal: crear ciudadanos consumistas que formen una
clase compradora ciber ciudadana y actúen como centinelas que aseguren la
promulgación de una mentalidad colonial…[7]”
Ya que estamos en el siglo XXI: ¿No deberíamos declarar obsoleto por
falso, aquello de “combatir la pobreza” y proponer un nuevo objetivo que sea ¡combatir la riqueza! para que no exista
pobreza, además de que la educación la decidan los educadores y no los ceos
corporativos de la mano de los pedagogos de la reforma contaminante y
extractiva?
*Profesor y Licenciado en Letras. Docente durante 30 años en la
Escuela de Comercio 3 Hipólito Vieytes
(CABA) de la que se retiró como Rector en 2015. Autor del Ensayo “La
novela educativa o el relato de la alienación” (2005) con prólogo de
Osvaldo Bayer y de numerosos artículos.
Publicado recientemente, “La educación en la era corporativa (la trama
de la desposesión)” un esfuerzo conjunto de Ediciones Herramienta y el
Portal Contrahegemonía Web.
Además es productor periodístico y columnista del programa radial “La
Deuda Eterna”.
[7] Herramienta
web N° 25 ISSN 1852-4729 Abril de 2019
“La pedagogía crítica revolucionaria se
construye al andar: en un mundo donde muchos mundos coexisten” Peter Mclaren / Petar Jandric
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