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viernes, 20 de diciembre de 2024

Ideología y pedagogía política

 

Estamos a pocos días de terminar un año en el que la pedagogía política de la cultura impuesta por el capitalismo vuelve a echar su manto sobre los ricos para protegerlos y hacerlos más ricos y sobre los pobres, para multiplicarlos y hacerlos más pobres.

En un mundo sin pobres, sin apropiación de territorios, sin explotación de lxs trabajadorxs, sin el control económico/financiero de los organismos supranacionales, sin el disciplinamiento del género y la sexualidad y sin la vigilancia epistemológica hegemónica que (des) forma subjetividades, el capitalismo no tendría lugar.

Modernidad/capitalismo es una maquinaria que se alimenta y reconfigura, secularmente, bajo la premisa de la acumulación de las riquezas (en sentido amplio). Desde 1407 cuando se funda el Banco de San Jorge en Génova, y que como principales clientes va a tener a los reyes de España, Fernando e Isabel, quienes pidieron un préstamo, nada menos que para financiar parte de la campaña a Cristóbal Colón, hasta nuestros tiempos de reformulación en posmodernidad/neoliberalismo y los nuevos agentes de cambio económicos-financieros como Black Rock, la estructura de la colonialidad capitalista se mantiene intacta.

No es sólo una anécdota del pasado, es un documento del nuevo sistema de relaciones que prefigura la dependencia del poder financiero cuando Cristóbal Colón, antes de su cuarto viaje les escribe una carta de agradecimiento a los directivos del banco San Jorge: “… Los resultados de mi empresa ya se están viendo y brillarían considerablemente si la oscuridad del gobierno no los ocultara. Iré de nuevo a las Indias en nombre de la Santísima Trinidad y volveré pronto. Pero como soy mortal, he ordenado a mi hijo don Diego que os entregue cada año, para siempre, la décima parte de todas las rentas obtenidas, en pago del impuesto sobre el trigo, el vino y otras provisiones”, según escribe el historiador y economista libertario estadounidense, Lawrence Reed, “El Banco de San Jorge supervisó las finanzas de la familia Colón durante décadas en el siglo XVI”.

Como vemos, la importancia de la banca privada desde sus albores es condición necesaria como formante del andamiaje estructural del capitalismo en la etapa de acumulación originaria.

No sólo los prestamos alcanzaban al matrimonio monárquico, Fernando e Isabel, también fueron otorgados al propio Colón y a la iglesia católica. La banca (poder económico), los reyes y la iglesia compartían el poder político, aunque el poder económico condicionaba las acciones del poder político (si hay alguna semejanza con la actualidad no es mera coincidencia).

Esos dineros financiaron el punto de partida del mayor saqueo de todos los tiempos y el genocidio más grande que pudo haber existido en la historia: América; fue fundante de la nefasta relación, colonizador / colonizado, lo que incluye la racialización del mundo conocido. El eurocentrismo, luego etnocentrismo inscriben el imaginario de la pedagogía de la obediencia que reposa en la colonialidad del saber y en una epistemología del conocimiento al que se accede a través de la lente del capitalismo y la invención geopolítica que llamaron “Occidente”.

El cerro Potosí desde mediados del siglo XVI se había convertido en el más grande de los centros mineros del momento colonial por excelencia, cientos de miles de esclavos indios y africanos murieron en el Potosí producto de la vorágine que engendró, el entonces incipiente, sistema capitalista. 

Carlos Marx llamó la acumulación originaria al punto de partida que dará origen al capitalismo, a la separación del trabajador de los medios de producción y de la materia prima. El capitalista (“dueño” del capital), al que el trabajador le “vende” su fuerza de trabajo, es quien se enriquece.

La génesis de la acumulación de la riqueza está, en los siglos XIV y XV con los señores feudales apropiadores de tierras, los campesinos que las trabajaban obtenían un pequeño porcentaje para su subsistencia mientras que la mayor parte eran “tributos” para sus señores. Luego, desde el siglo XV al XVIII se produce el desarrollo del capitalismo con dominio colonial.

La llamada acumulación originaria no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se la llama «originaria» porque forma la prehistoria del capital y del modo capitalista de producción”, nos dice Marx.

El proceso desde la acumulación originaria hasta la acumulación por desposesión (David Harvey 2003) está bien representado desde el Banco de San Jorge, que financió la primera; hasta el Banco Mundial y el FMI, que financian la segunda; pasando por los poderosos Fondos de Inversión (antes “fondos buitres”) como Black Rock con “fuerte participación accionaria en los principales bancos privados por volumen de depósitos recibidos del país (Galicia, Santander-Río, BBVA, Macro y HSBC). Es más, pretende quedarse con gran parte de los depósitos del Banco de la Nación Argentina para financiar (con ahorro nacional) sus actividades en la Argentina (…) Lo hace en Vaca Muerta a través de Pampa Energía, Chevron, y posee 9.770.000 acciones correspondientes al 5,67% de YPF SA. En la minería, en el caso del litio y de minerales raros, lo hace a través de NewCo, que es la fusión de Allkem y Livent, cuyos principales accionistas son BlackRock, Vanguard, JP Morgan y HSBC. Y en oro, cobre y plata lo hace a través de Glencore PLC”, según el muy buen artículo de Horacio Rovelli.

En octubre de 2024 Black Rock, gestionaba 11,5 billones de dólares, la mitad del PIB de Estados Unidos y comparado con el 2023, 18 veces el PBI de Argentina. Están en su cartera empresas como Microsoft, Amazon, Apple, Coca Cola, Twitter, PepsiCo, Ferrari, Bank of America, JP Morgan, Pfizer, McDonald´s y Uber.

¡Black Rock no mueve el mundo, es el mundo <capitalista>! (bien podría ser su eslogan)

La invención

La maquinaria modernidad/capitalismo y su reconfiguración en posmodernidad/neoliberalismo interfiere sobre la construcción de subjetividades y altera las percepciones; como en el relato de Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel, donde la realidad en la que está el presidiario que se fuga de la cárcel y arriba a una misteriosa isla, le es ajena. Una máquina que se activa y desactiva según el movimiento de la marea, proyecta imágenes filmadas en otro tiempo en el que un grupo de personas acaudaladas fueron a pasar unos días, a disfrutar de la música, la pileta de natación y el paisaje marítimo. Esa es la “realidad” que percibe el convicto; frente a la otra, en que la máquina no proyecta por efecto del cambio en la marea, y sólo se encuentra el protagonista con las ruinas que quedaron en la isla y el agua podrida de la pileta, sin embargo la activación de la máquina genera en el presidiario, cuando la encuentra, la esperanza de filmarse junto a las personas que están disfrutando del alegre día, aunque es posible y lo hace, las temporalidades no se encuentran más que en la imaginación del convicto. El marginado de la sociedad, no podía ser visto por el resto de los personajes, porque no estaba ahí, en ese micromundo reservado para unos pocos.  

Tal vez no sea suficiente el intento de establecer una analogía con la literatura y con ese preciso relato, pero en el territorio de las interpretaciones, todo relato de “verdad” puede ser puesto bajo la lupa de sospecha epistemológica, dado que no se trata de una epistemología del conocimiento, sino de poner bajo sospecha la epistemología hegemónica de cómo conocemos, la que proyecta la maquinaria moderna/capitalista, que al igual que en La invención de Morel, muestra y oculta; descubre y encubre. El capitalismo como modelo de enriquecimiento y su contracara, la pobreza como modelo de subsistencia. ¡No hay derrame!

Otra cuestión, que parece fundamental poner fuera del oxímoron que puede parecer decir foco de encubrimiento, es que habría que repensar y seguramente reformular el espacio de lucha simbólica en lo que llamamos “batalla cultural”. Si pensamos que la mentada “batalla cultural” es dentro del capitalismo y sus valores de la posmodernidadacuñados en el neoliberalismo, continuamos en un debate dentro de la “invención”, que en el mejor de los casos posibles solo remite a la lucha por cambios en la autoridad institucional y algunos efectos de distinción de matices. ¡He ahí la pedagogía política hegemónica!

Una pedagogía de la crueldad entendida como “modernización”, que nos convence de que un proceso de canibalización social en necesario, como en nuestro país, hoy, es como los jubilados, los trabajadores del Estado, las universidades y la salud (para no abundar) pueden ser “devorados” para mantener, aumentar y concentrar las riquezas de los acumuladores por desposesión.

Nos formaron en la epistemología de conceptos impuestos por los poderosos de todos los tiempos. Del saqueo colonial hicieron un relato heroico que reprodujeron en clave de civilización (Occidente) portadora de la historia que produjo los “valores” que impuso el desarrollo de la modernidad, pocas veces cuestionados y que oculta la otra cara, la colonialidad.

Hoy podemos decir, sin equivocarnos, que el proceso (neo) colonial no ha terminado y no terminará, hasta que no se produzca otra ruptura epistemológica que haga emerger una semántica decolonial junto a una sintaxis con el núcleo en lo social en lo público, en lo común, contra el racismo, la discriminación y la xenofobia que habitan en los intersticios de las instituciones que la propia modernidad ha creado y que el capitalismo refuncionaliza a su antojo, corrupción mediante o exterminio sistemático para continuar con el proceso de acumulación por desposesión.

En La invención de Morel, lo que sobrevive es la máquina, una máquina que pretende asegurar la inmortalidad, pero sólo logra la perpetuidad de las imágenes, porque lo que provoca es la muerte.   

Salvando las distancias, cada vez más cercanas, entre la ficción y la realidad, hay que desactivar la máquina, cambiar la clave epistemológica desde una pedagogía decolonial que será política y colectiva para dar la batalla cultural, que será ideológica y que, seguramente, no será la única. La paradoja es que esa clave está en la mayoría de la población, los de abajo, solo hay que activarla… porque, como dicen: otro mundo no solo es posible, sino necesario (urgente).

Imagen destacada: https://www.comisiondelaverdad.co/la-consolidacion-de-la-esclavizacion-como-una-empresa-transnacional

Publicada en Tramas 20-12-2024

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cometierra y la disputa por el sentido


 

La novela de Dolores Reyes, es una disputa por el sentido, porque es literatura y la literatura es materia ideológica, porque es lenguaje, la literatura se realiza en el lenguaje con todo su peso histórico y su valor poético.

El alucinatorio censor

La denuncia realizada por una oscura fundación a la que pertenece Bárbara Morelli, la firmante, que defiende abusadores acusados de violencia intrafamiliar sumados los posteos de la señora vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel: “Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡Con los chicos no!”, en la red X, no son más que pruebas del cinismo “cautivante” de la censura explícita de una extraña dirigente “pro-vida” protectora de maltratadores y de la defensora de genocidas, torturadores, apropiadores de bebes y violadores sistemáticos de la dictadura cívico-militar, con participación de un sector amplio de la iglesia católica (1976-1983).

No hay duda de la hipocresía de quien nada hace, siendo vicepresidenta, por el hambre del 66 % de los “chicos”, como los llama en el posteo, que sólo los visibiliza en una chabacana disputa por redes sociales con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.

En la misma línea censora, un docente de literatura de 5º año del colegio privado católico, Corazón de María de Mendoza fue denunciado penalmente por dar en sus clases “contenido pornográfico” (la novela Cometierra) y separado del cargo, aunque, según las fuentes de los tribunales provinciales, no se puede tipificar como delito, “el profesor está denunciado, no acusado”. En 2022 algunos padres del colegio privado Pablo VI de Neuquén también tuvieron la misma actitud reaccionaria con un docente. El comentario de Dolores Reyes no se hizo esperar: “Un relato de una primera relación sexo-afectiva no es pornografía y en todo caso los pibes son lo suficientemente aptos y lúcidos para emitir sus propios juicios acerca de lo que leen”.

La novela fue incluida en la colección de libros “Identidades Bonaerenses” y llega a las bibliotecas escolares recomendando la lectura para el ciclo superior. Sucede que además no entra en la lista de material para la Educación Sexual Integral (ESI).

El fundamento último de toda la andanada contra esta novela de Dolores Reyes y otrxs autorxs es volver contra la ESI y la “caza de brujas”, este ha sido el método de los inquisidores y reaccionarios de siempre.

Literatura y Política

Cometierra es una novela fantástica donde lo “monstruoso” está entre la vida y la muerte: el asesinato, el femicidio, el crimen. La tierra es el elemento fantástico que permite las visiones de la protagonista y narradora, Cometierra, que se transforma en una especie de detective por el desinterés policial en los casos de las desapariciones, fundamentalmente de mujeres y por su historia personal.

El marco de la novela es algún lugar del conurbano cerca de la ruta 8, que más tarde nos enteramos, por unas pintadas con aerosoles en las tapias de madera de una estación de servicio abandonada, que se trata de la versión literaria de la localidad de Pablo Podestá, “Podestá es tu tierra” en donde todas las extensiones de la pobreza son el escenario para el desarrollo de la historia de Cometierra.

El abandono, la violencia, pero también el lazo indisoluble entre Cometierra y su hermano, “el Walter”, son parte del recorrido por la búsqueda de la verdad, el amor y la experiencia sexual, en definitiva, la identidad.

Cometierra no puede evitar ayudar a los familiares y afectos de las víctimas desaparecidas, víctimas de femicidio, como el de su propia madre.  Botellas rellenas con la tierra, donde habían estado, habían pisado, son colgadas en el cerco de la casa de Cometierra con el nombre de la víctima y el teléfono o dirección de la familia para que Cometierra investigue; tragar esa tierra para poder comunicarse; ver cómo había sucedido, cómo habían sido los asesinatos, encontrar los cuerpos. Aunque también incluía los sueños con su maestra, Ana, otra víctima de la violencia machista.

Cometierra es una niña/adolescente/joven, protagonista y narradora, lo que sugiere un público destinatario, pero hay algo que trasciende el encasillamiento como “literatura juvenil”, aunque lo incluyamos. La lectura de Cometierra, lleva a relaciones intertextuales, como Pedro Páramo del escritor mexicano, Juan Rulfo, cuyo protagonista, Juan Preciado llega al pueblo de Comala, en búsqueda de su padre Pedro Páramo, donde los vivos interactúan con los muertos cuya trama expone las miserias, el autoritarismo y el caos en el marco post revolucionario de México (1910-1920). Otra vez el tema de la identidad.

También, el cuento, Casa tomada de Julio Cortázar, puede ser evocado por la relación de los hermanos protagonistas, una mujer y un varón, “Irene” y el hermano, que es el narrador en este caso y que, tampoco tiene nombre en el relato cortazariano, al igual que no aparece el nombre de Cometierra. En el cuento de Cortázar los hermanos son la manifestación decadente de una familia que supo ser de la alta burguesía, nunca trabajaron, que viven de lo que heredaron, incluso la casa. La cuestión social implícita en Casa Tomada, con la añoranza de un pasado “glorioso” y la descripción explícita de un presente fallido y un futuro por conocer en Cometierra. Los finales de los relatos de Cortázar y Reyes, están ahí con la “amenaza” como motivo.

Pero no propongo aquí hacer una recomendación para una actividad de literatura en la escuela o en el profesorado, sino verificar como la literatura construye sentido desde su propia especificidad: la ficción.

La ficción como la posibilidad de construcción de mundos posibles o imposibles, del relato realista al maravilloso lo verosímil establece el pacto entre el texto y el lector.

La historia narrada está ahí, para ser interpretada, para ser deconstruida con cada lectura, para que lxs lectorxs también se disuelvan en la trama y pacten, como nos invita a pactar Cometierra, porque lo fantástico lejos de provocar temor se normaliza, en el universo narrativo escrito por Dolores Reyes, “comer tierra” es don que tiene la protagonista, un ritual que funciona como vehículo para la “comunicación” con las víctimas de muerte violenta; al igual que los sueños que le permiten a Cometierra encontrarse con Ana, su maestra asesinada.

Entonces, es en ese pacto de lectura donde transitan las interpretaciones, en la literatura como en el cine, la pintura, el teatro y cualquier forma de expresión artística, la interpretación va más allá de la remanida e ingenua pregunta: “¿qué quiso decir el autor?”.

La literatura es arte, si pretendemos ir a la zona lingüística, algunos la han definido como el arte de “combinar palabras”, así como la obra pictórica es el producto de la combinación de colores que incluso simulan sombras o la música y la combinación de notas generan una melodía que nos sensibiliza, nos transporta o no nos produce ninguna sensación, incluso hasta pueda sonar a ruido molesto para algunxs o llegar a provocar la emoción en otrxs.

Ahí está, la obra de arte “arrojada al mundo”, para nosotrxs, para complacernos, para incomodarnos, para inquietarnos, para enojarnos, me atrevería a decir, para interpretarnos, en ese ida y vuelta que la lectura de la obra literaria nos revela y nos oculta, lo no dicho, tiene presencia.

La literatura es política, no puede no serlo, porque disputa por el sentido, El Matadero de Esteban Echeverría, considerado el primer cuento de la literatura argentina, encuentra sus condiciones de producción durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas y su sentido paródico marca la crítica al gobierno, aunque otras interpretaciones lo definan como un relato costumbrista y así fue parte del canon escolar.

Lo mismo sucedió con la primera parte del Martín Fierro (1872) de José Hernández, el famoso poema de la argentinidad (luego con Lugones en 1916), pero que sus condiciones de producción, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, hacen que el Martín Fierro entre en colisión con el Facundo  (1845) del propio Sarmiento, son dos visiones antagónicas del gaucho, que funcionaron en el imaginario social con fuerte anclaje político, por lo menos hasta que Leopoldo Lugones elevara al poema de Hernández como un instrumento de la identidad nacional.

Un nuevo imaginario que monta una épica sólo existente en la literatura. Construcción simbólica de la identidad que se mostraba como condición necesaria frente a la “amenaza” de la inmigración. Otra vez se trataba de política y la literatura como organizadora desde la ficción y otra vez el tema de la identidad.

Por supuesto que, en este artículo, muy acotado, apenas podemos mostrar unas breves instantáneas de la literatura como marca política en tanto espacio de denuncia y de construcción de “valores” que luego serán o no, una fuente de influencia en el imaginario político-social.

El Facundo fue leído en clave sociológica, al igual que la novela En la sangre (1887) de Eugenio Cambaceres, exponente de la llamada Generación del 80 en el siglo XIX, novela que trabaja sobre la inmigración de fin de siglo, creando arquetipos de delincuentes, inspirada en la teoría de Cesare Lombroso, que se basaba en los rasgos físicos para determinar las posibilidades criminales de quienes portaban ciertos atributos, en la novela atribuidos a los inmigrantes.

Así es como la elite intelectual de la mano del poder fue construyendo un imaginario político-social desde la literatura que también permeabilizaría el acceso a la política grande, fundamentalmente, durante el siglo XIX y principios del XX.

Cometierra no se realiza en esos imaginarios, no busca la epopeya, ni el héroe épico y romántico que evoca un pasado criollo de rasgos pintoresquistas. Tal vez haya que rastrear las relaciones con el personaje de Silvio Astier en El Juguete rabioso (1926) de Roberto Arlt, a casi cien años de distancia, entre esa primera novela social argentina donde la voz la tiene el marginado por el sistema, Silvio Astier al igual que Cometierra, son las voces que narran la historia, sus historias de desposeídos, los del margen.

Historias que se repiten en la novelística argentina y latinoamericana, que se actualizan y reactualizan en el entramado de un sistema de representación que trabaja la problemática política y social desde la construcción de la ficción.

Los llamados cuentos infantiles con sus moralejas, también prefiguraban un imaginario, la circulación del dinero, por ejemplo, en Hansel y Gretel, la pobreza y el abandono por la idea de la madrastra, la figura de la mujer como la malvada, al igual que la bruja que es quemada en su propio horno por el empujón que le da Gretel. Luego los hermanos se llevan los tesoros de la bruja y vuelven a su casa para ser felices con su padre y el “dinero”, la madrastra había muerto. Y esa historia terrorífica se nos contaba a muy corta edad.

Al igual que otros tantos cuentos llamados infantiles, como Pulgarcito y el asesinato de la familia de los ogros, que también incluye el robo de tesoros y otros objetos mágicos valiosos, para el bienestar de su familia.

Siempre el robo justificado y el asesinato, con la moraleja de una supuesta astucia donde el bien vence al mal. ¿Qué mal? ¿Acaso no podemos interpretar que el asesinato es al distinto, al otro? Ese imaginario es el mismo de la llamada “Conquista de América” y de la sarmientina construcción “civilización y barbarie”; pero todo está permitido mientras la burguesía capitalista se consolidaba e imponía sus “valores” y los normalizaba en la literatura de Occidente, en la ficción narrativa y geopolítica.

Sin embargo, en Cometierra lo que causa estupor a lxs reaccionarixs de siempre, no es “Mirá lo que hacen estos negros de mierda” (pág. 121 cap.45 edición digital), dicho por el personaje de Ale Skin, un violento cabeza rapada y asesino en la novela, sino el capítulo del encuentro sexual, porque textualiza con una breve descripción el momento de “placer” al que asistía la protagonista. El devenir de la escritura exigía esa textualización: “Yo me tendí y abrí las piernas. Ezequiel besó mis tetas, que son del tamaño de un puño cerrado. Después, sin apartar su boca de mi pecho, bajó una de las manos hasta mi concha. Me acarició. Sentí sus dedos hirviendo. Me fui mojando…” ésta y una o dos secuencias similares más son un corte en la trama principal del argumento, aunque necesario a los efectos del crecimiento de la identidad del personaje de la novela de Dolores Reyes, descubriendo el sexo/amor/afecto en medio de la orfandad en el más amplio sentido de la palabra.

La secuencia mantiene el tipo lingüístico elegido para toda la narración tratando de ser coherente con el modelo lectal adolescente-joven, pero aún con la apariencia descarnada del “lenguaje”, la narración sobrevuela por aires poéticos que marcan un ritmo paralelo con la trama que navega por las tierras del policial negro, en el marco de una novela social.

Esta novela de Reyes, publicada por editorial Sigilo en 2019 se ha convertido en un best seller, fue traducida a 15 idiomas y tiene su formato de serie en siete episodios que desde este año está disponible en la plataforma Amazon Prime Video. “La serie se ambienta en lo que sería el conurbano de Ciudad de México y creo que se adapta muy bien, porque es un foco tremendo de las violencias machistas hacia las mujeres…”, había dicho la autora en una entrevista acerca del rodaje.

Más de 100 escritores se sumaron en una lectura colectiva de la novela en apoyo a Dolores Reyes en el teatro Picadero con más de 300 espectadores.

Cometierra no sólo interpela el modelo político, económico y social, sino que disputa los sistemas de representación, disputa por el sentido y, sobre todo, resquebraja el discurso del cinismo hipócrita de la cesura y sus cruzados inquisidores.

Publicado en Tramas 2/12/2024