La Casa Rosada en un posteo de la red X hace su tributo colonial al 12 de octubre, rindiendo homenaje explícito a Cristóbal Colón, reafirmando también esta fecha como Día de la Raza.
No es para nada extraño, que el señor presidente se identifique como un símbolo en sí mismo del eurocentrismo en su faceta colonial, ni que reivindique la llegada de Colón y que, como afirma el locutor del video posteado “…se abriera una nueva era de progreso y civilización en el Nuevo Mundo…” y que desde ahí se “sentaran las bases de la modernidad en América marcando una influencia cultural, lingüística y económica que ha moldeado nuestra historia e identidad (…) la llegada de Colón representó un cambio de paradigma global. Colón como símbolo de la expansión y el progreso, nos recuerda la capacidad del ser humano, para superar lo desconocido y buscar nuevas oportunidades para el desarrollo y la civilización“.
La simplicidad del mensaje presidencial, a través del posteo/video nos recuerda, a quienes tenemos unos cuantos años, a los manuales escolares de los años 60 del siglo pasado, o a los relatos de la revista “Billiken”, de aquellos tiempos, en que la narrativa era la misma que el guion de este video.
Gobiernos militares, dictatoriales dominaban la escena, la Constitución de 1853 (tan cara al señor presidente) sobre la cuestión indígena decía: “Proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo (art.67 inc. 15)”, estuvo vigente hasta la reforma de 1994. Incluso algún manual, como el de editorial Kapelusz, los mencionaba como pueblos “prehistóricos”, extinguidos.
No hay duda que el posteo de X no solo niega la otra cara de la modernidad; la colonialidad como su complemento necesario para la “existencia” de Europa, como para el establecimiento del concepto de “raza” y la superioridad aportada por la blanquitud.
El proceso de conceptualización de lo que ellos llamaron el “Nuevo Mundo” y que la narración presidencial repite como el simulcop (un recurso didáctico que permitía copiar figuras) reafirma el etnocentrismo. El desarrollo de la colonialidad como proceso de “domesticación” y despojo. Justificación de las masacres étnicas, como dice la narración del video presidencial, para “superar lo desconocido” y justificar el “desarrollo y la civilización”.
Superar lo desconocido, tiene relación directa con la teoría de lo monstruoso, lo que no se conoce funciona como amenaza, en este caso nos referimos a otras culturas, aniquiladas, devastadas, degradadas por la imposición lingüística, cultural para la obtención de los beneficios económicos que harán a Europa como la representación de la modernidad y a América como la representación de la colonialidad, la contracara atroz de esa realidad existente y que no era nueva, tenía su historia, sus lenguas, sus culturas.
“Los pueblos viven de acuerdo con la naturaleza (…) no poseen propiedad; en cambio todas las cosas se gozan en comunidad…” Américo Vespucio (Mundus Novus 1503).
Por supuesto que tal descripción, para el señor presidente debe sonar a “colectivismo” o peor, a “comunismo”; debe ser por ese principio de lo “comunitario” que derogó, según la resolución 53/2024 publicada en el Boletín Oficial, el Registro Nacional de Comunidades Indígenas que funcionaba desde 1989.
La llegada de los conquistadores a lo que llamaron América, por Américo Vespucio que vio que las costelaciones de las estrellas no eran las mismas que veía en el Mediterráneo, se dio cuenta de que estaba en otra parte, es cuando nace la concepción de la historia, vista desde la modernidad que sustenta a Europa como el centro del mundo. De hecho, por aquellos años se decía de las Indias Orientales y las Indias Occidentales; del mismo modo que todavía para visualizar Asia desde la concepción eurocéntrica, se denomina Cercano, Medio y Lejano Oriente.
Así es como se identificó a Occidente con la modernidad y el progreso y a Oriente con el “atraso”, mientras que el “Nuevo Mundo” en vías de colonización se estableció como la periferia de “Occidente”. El señor presidente y “su” Casa Rosada, claramente, se identifican con esa posición colonial.
Es necesario recordar, el Requerimiento de Obediencia, documento escrito por Juan López de Palacios Rubio y leído en 1514 a los originarios, en el que se les ordenaba obediencia bajo amenaza de esclavizarlos, tomar a sus mujeres e hijos, venderlos y despojarlos de sus bienes, a lo que agregaba el “ingenuo documento” que les harían todos los males y daños que estuvieran a su alcance; y lo más significativo es que serían culpables si algo de todo eso les ocurriera (si se parece mucho a ciertas concepciones actuales, no es mera coincidencia, es la reproducción del colonialismo cultural).
Eso instrumentaron los que habían llegado para abrir “una nueva era de progreso y civilización en el nuevo mundo”, como dice el video presidencial.
Estaba escrito en el Requerimiento…, no es una forzada interpretación, instituyeron el plan de acción de carácter performativo que funda la relación de desigualdad entre lo americano (después latinoamericano) y lo europeo. Esa desigualdad se inscribe en la ignorancia de la lengua (cultura) y la religión. Los pueblos originarios “no están educados”; “son incapaces”. Pocos, advierten la complejidad de los dos sistemas de significación que tuvieron encuentro a partir de 1492. Uno fue exterminado, incluso con la máscara del relato heroico, el relato de los triunfos del cristianismo frente a la barbarie.
Y, así es como se origina la colonización del conocimiento y la colonialidad del saber. Más adelante, en el siglo XIX, cuando aparece la denominación de América Latina, el elemento criollo se percibe por su “blanquitud” como el “superior”, lo que profundiza la diferencia con la población afroamericana y amerindia.
Es con ese imaginario que en estas latitudes pudo emerger el general Julio Argentino Roca y perpetrar el genocidio llamado “Conquista del desierto” en la Patagonia Argentina y la “Conquista al desierto verde”, comandada por el general Benjamín Victorica, en la zona del Gran Chaco.
Se repitieron las mismas caracterizaciones que utilizaban los conquistadores españoles incluso copiando el imaginario y el discurso que degradaba a las etnias originarias en bárbaros, impíos, salvajes, inferiores, no humanos; pero lo que se imponía era el mismo proyecto de despojo territorial y esclavismo, para el enriquecimiento de la élite dirigente.
La Casa Rosada festeja esa modernidad y progreso sobre la negación de la historia de los pueblos que habitaban los territorios de Tawantinsuyu que era la región andina, Anáhuac, lo que en la actualidad es el valle de México y Abya-Yala, la región que hoy en día ocupa Panamá (Mignolo W. 2007)
El video presidencial rinde homenaje a la “raza” (blanca) y los valores de “occidente” (Europa y luego Estados Unidos), como si se tratara de una cuestión natural en ambos conceptos, cuando de lo que, realmente, se trata es de constructos de dominación para la obediencia y la colonización cultural.
Un video como el posteado para celebrar Día de la raza es un insulto a la historia de la emancipación, a sus luchas, es un billikenesco ademán de prepotencia colonial, como cada uno de los actos de gobierno que emanan de la rosada casa.
Y para finalizar, sugiero la lectura de “El rol de la historia en la disputa por la hegemonía: a propósito del video gubernamental sobre el 12 de octubre” de Mauro Berengam y “Sobre el tenebroso video de Milei acerca del 12 de octubre” de Marcelo Valko, ambos en este portal.
Darío Balvidares
Publicada en Tramas 13/10/2024
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